Cuentos de miedo
Hansel y Gretel trabaja con aquello que los cuentos infantiles originales dejan aflorar y con la perversión infantil que Freud supo exponer.
El terror es un género que siempre está vigente pero, desde hace un tiempo, en occidente necesitó del gore para revitalizarse y recuperar el lugar del que el terror oriental fue apropiándose. Sin abuso de baños de sangre o descuartizamientos (o planteándolos con un realismo que asombra y aterra y evita la exageración fantasiosa) sino más bien con un manejo de lo psicológico que, sumado a la diferencia de cosmovisión, aportó un aire nuevo que renovó los miedos en la platea. Quizá últimamente lo distintivo se volvió fórmula pero siempre queda algún resquicio por donde se cuelan los temores más primarios.
Hansel y Gretel puede ser un buen ejemplo. Trabajando con aquello que los cuentos infantiles originales (no las versiones expurgadas que la mayoría conoce) dejan aflorar y que Propp supo analizar en sus obras (“Las raíces históricas del cuento”, “Morfología de los cuentos” y “Cuentos de hadas”) y con la perversión infantil que Freud supo exponer, el film coreano nos ofrece una (re)visión del conocido relato folklórico.
Un joven luego de un accidente automovilístico se encuentra perdido en un bosque. Una pequeña lo lleva hasta su casa de ensueño. En ella habita una familia muy especial que le brinda asilo. De pronto se da cuenta de que no tiene manera de salir de allí y regresar a su lugar. Sin la presencia de los progenitores los 3 niños del hogar parecen volverse un peligro y exhibirán un poder para retenerlo que, a medida que el tiempo pase, revelará secretos innombrables.
Lo que puede reprochársele al filme es una extensión que hace que todo el misterio y el terror que siembra en su comienzo, -donde el trabajo con lo onírico y las alegorías simbólicas nos mantienen expectantes y con el corazón en la boca; donde sus puestas en escena, sus encuadres y sus actuaciones son funcionales y precisas y crean una asfixia insoportable-, vayan diluyéndose, reforzada esta pérdida con las explicaciones de los traumas y las remanidas justificaciones psicologistas.
Más allá de los reparos observados Hansel y Gretel es un entretenimiento que conserva su originalidad y cumple con su función de asustar, que no es poco.