“Happy Hour: Dale espacio a tu deseo”, de Eduardo Albergaria
Por Mariana Zabaleta
Horacio (Pablo Echarri) es un profesor de literatura, confesado escritor frustrado. Su afinidad por los relatos es el puntapié del film, su voz en off comienza por describirnos su acomodada y colorida vida en Rio de Janeiro.
Una esposa exitosa, laburo en la universidad, los monos predadores colgados de las ventanas, ¿qué más se puede pedir? Una vida que se dice acartonada se muestra por demás como un set de grabación. La película es honesta, no habrá ni un ápice de realismo, solo entregarnos a contemplar una típica comedia de enredos (y no tanto), crisis personales y matrimoniales en puerta. Solo ello y gracias a la suave brisa costeña se inunda de frescura la pantalla.
Un porteño en Rio lleva consigo la nostalgia, y como somos buenas personas, los “Argentinitos” preferimos poner las cartas sobre la mesa: Horacio confiesa a su mujer la intensión de estar con otras mujeres. Con la fama de predadores mundiales a cuestas, Horacio prefiere hacer las cosas más “dramáticas”. La cantinela del amor libre y la fidelidad (presentada como una histórica farsa) parece ser un tema resuelto para la idiosincrasia brasilera. ¿Estereotipos? Todos, pero sin maldad.
Entonces con una mujer exitosa, en pleno auge en su carrera política, los roles se invierten. Horacio no deja de gatillar escenas con su cara de compungido, recordando esos payasos que tienen de chistoso lo más triste. De fondo algún que otro tango nos invita: “Y a vos te vi tan triste vení, volá, sentí. El loco berretín que tengo para vos…”
Entre tanto chicle-delirio varias escenas rozan lo surrealista aportando los momentos más memorables y funcionales a la cinta. Sin dudas otro espumoso hito de nuestro, siempre cercano, cine shampoo
HAPPY HOUR
Happy Hour: Dale espacio a tu deseo. Brasil/Argentina, 2019.
Dirección: Eduardo Albergaria. Intérpretes: Pablo Echarri, Letícia Sabatella, Luciano Cáceres y Aline Jones. Guión: Eduardo Albergaria, Carlos Arthur Thiré y Fernando Velasco. Fotografía: Marcelo Camorino. Música: Darío Eskenazi. Edición: Karen Akerman. Dirección de arte: Marcus Figueiroa. Sonido: Martín Grignaschi. Distribuidora: Primer Plano. Duración: 104 minutos. Apta para mayores de 16 años.