La ópera prima de Ilya Naishuller imprime acción y vértigo en un relato narrado íntegramente en primera persona. El recurso atrapa pero también resulta cansador.
Luego de su paso por el Festival de Toronto, donde fue muy bien acogida, Hardcore: Misión Extrema, deja claro que se trata de una película de género como cualquier otra, a excepción de que ha sido filmada en primera persona.
El espectador se colocará todo el tiempo en el punto de vista de Henry, una especie de cyborg, que recuerda a Robocop, reconstruído luego de su muerte en un laboratorio, y que se lanza tras los pasos de su esposa secuestrada -Haley Bennett-.
Ambientada en una ciudad que el mismo personaje central desconoce, Moscú, y a merced de obstáculos y peligros varios que se acumulan a lo largo de la trama, el director Ilya Naishuller -conocido por los videoclips de la banda Biting Elbows- plasma un vertiginoso videogame llevado a la pantalla grande con la intención de colocar al espectador en el ojo de la tormenta.
Con el recurso de las tomas subjetivas, muy utilizado en el género de terror de los últimos años, Hardcore: Misión Extrema tampoco pretende ser otra cosa, simplemente un relato plagado de tiroteos, caídas desde edificios y persecuciones en una carretera, además de aliados -un misterioso inglés encarnado por Sharlto Copley- y enemigos que se irán sumando en una travesía peligrosa. El film no incluye nombres reconocidos en su elenco, a excepción de Tim Roth en el rol del padre de Henry.
Aunque como producto novedoso atrapa en los primeros minutos, también resulta agotador seguir los pasos de Henry, el héroe perseguido sin descanso, que deja un reguero sangriento a cada paso que da. Las únicas pausas visuales descansan en un trío de adolescentes que aparece al comienzo. El resto, es pura adrenalina para los fanáticos de los videojuegos.