Antes que nada, tenga cuidado porque puede marearse. Esta película es al mismo tiempo una de acción y ciencia ficción desaforada y un film experimental de primer orden que desarma -con humor, inteligencia y exuberancia- los films de acción y ciencia ficción desaforada (y de paso, los videojuegos). Es la historia de un hombre transformado en un cyborg -algo así como El Hombre Nuclear siglo XXI- que enfrenta peligros gigantescos, poderes tremebundos, explosiones, tiros, persecuciones y todo lo que se pueda imaginar. Ahora bien: el personaje es la cámara y la película produce un estad de inmersión casi absoluto. Es decir, estamos todo el tiempo mirando desde los ojos del protagonista, nos movemos con él. El resultado es asombroso y en su gigantismo, pone al descubierto el costado absurdo de cierto tipo de cine. Pero también nos permite verlo desde otro lado, desde la emoción del peligro. Nos permite entender casi sin palabras qué siente un personaje en esas situaciones terribles y demasiado veloces. En ese punto, se trata de un verdadero ejercicio experimental que abre una perspectiva de reflexión sobre cómo se construye un género. Que al mismo tiempo sea inmensamente divertida es un logro impresionante. La idea es simple -como todas las grandes ideas- y la ejecución, brillante y hábil. Hay que animarse porque no hay películas así.