Se presenta, ajustadamente, como una experiencia. La invitación a subirse a una especie de videogame y vivir, con el cyborg Henry, un sinfín de peleas ultraviolentas para recuperar a su esposa.
Todo desde una cámara subjetiva, con efecto mareante: nunca dejamos de ver desde la mirada del protagonista. Una propuesta extravagante, y agotadora, filmada con camaritas GoPro y financiada vía crowdfounding.