Oportunismo. Codicia. Soberbia. Los epítetos para calificar la penúltima entrega de la saga de Harry Potter no tienen fin, y demuestran que Hollywood hace cualquier cosa para sacar dólares de debajo de las piedras.
Seamos claros. Yo disfruto con los filmes de Harry Potter. No llego al grado de fanatismo de ir disfrazado de mago al cine ni asistir a convenciones de fans. Siempre encontré a la serie plagada de problemas, los cuales terminaba por superarlos con un puñado de virtudes que bordeaban lo sobresaliente, y que tenía que ver con los cambios que imponían los guionistas y los directores de turno. Pero la saga hace rato que ha pasado el límite de lo potable - debería haber culminado en la fabulosa Harry Potter y la Orden del Fénix (2007), escrita por un libretista nuevo y cargado de ideas frescas -, y todos los responsables han estirado el inevitable final durante 3 filmes más, del cual el que nos ocupa es el capítulo intermedio. Un capítulo inventado de la nada, ya que éste debería haber sido el último filme y decidieron hacer la gran Kill Bill, partiendo al medio una única película y recaudando el doble. Y no es que la novela fuera gigante (otros libros previos de Harry Potter han sido más extensos y han sido comprimidos en un único filme). Simplemente es pura codicia y oportunismo comercial.
Ya con sólo ese dato de inicio la opinión sobre Harry Potter y las Reliquias de la Muerte - Parte 1 baja unos cuantos puntos desde el vamos. El problema es que el producto terminado tampoco termina de ser tan deslumbrante como para que uno no deje de pensar que esto es un invento comercial y, al ser en realidad un filme de casi cinco horas partido en dos, la "adaptación" termina por convertirse en una transcripción literal del libro - lo que no filtra ni pule nada -. Esto culmina con una serie de tiempos muertos o demasiado estirados durante el segundo acto, los cuales son demasiado respetuosos del texto original. Es cierto que aquí hay que preparar momentum - el que vendrá con el gran desenlace en la Parte 2 el año que viene -, pero luego de un comienzo muy kinético el relato se entierra en un pantano narrativo y sólo logra salir en los últimos 30 minutos. Parte del problema de ese pantano es que el relato se ha visto obligado a abandonar el confortable escenario de Hogwarts en donde J.K. Rowling tenía los engranajes narrativos aceitados hasta la perfección, no están los coloridos personajes secundarios, y el relato debe recaer en el trío central de adolescentes por demasiado tiempo (y su gracia y expresividad es un tanto limitada).
Tampoco hay una maravillosa intriga de fondo. Los filmes de Harry Potter siempre han funcionado como pesquisas policiales, en donde el trío central intenta resolver el misterio de turno. Pero aquí sólo hay dos preguntas (¿dónde están los horocruxes? y ¿cómo se destruyen?) y el resto es melodrama fantástico de relleno. Gente huyendo a pie por la campiña inglesa durante demasiados minutos. Noches de campamento en donde los personajes se reprochan mutuamente. En un momento pareciera que a Rowling se le hubieran acabado las ideas y se dedicó a copiar a El Señor de los Anillos, con otro trío cargando un objeto maldito que empieza a envilecerlos. En un momento uno termina por volverse cínico y se pregunta: si Dumbledore sabía dónde estaban los horocruxes y cómo se destruían, ¿por qué no los destruyó él mismo en vez de dejarle un largo testamento recargado de acertijos a Harry y sus amigos?. Sobre todo porque Dumbledore no sabía nada de los horocruxes hasta el capítulo previo, en donde tuvo la mala idea de caerse de un balcón.
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Pero el tránsito lento del acto II no es el único punto irritante de Harry Potter y las Reliquias de la Muerte - Parte 1. En el inicio hay persecuciones, explosiones y demasiadas muertes fáciles. Acá han llamado de regreso a la mayoría de personajes memorables de entregas anteriores, les han dado dos líneas de texto y a la tercera parte de ellos los asesinan de manera estúpida y fuera de pantalla. Ciertamente hay que mostrar un tono más oscuro - lo cual está muy logrado con la reunión inicial de Voldemort con sus esbirros -, pero el mutis por el foro de otros personajes (como Brendan "Ojo Loco" Gleeson) es lamentable, simplemente porque está omitido (wtf!). Para colmo el inicio es caótico y abrumador, simplemente porque el espectador está obligado a ver Harry Potter y el Principe Mestizo como tarea para el hogar si desea entender algo de lo que ocurre en los 15 minutos de arranque. Hay personajes que dudo mucho de haberlos visto alguna vez (hay una boda completamente salida de la nada, a menos que el Alzheimer haya comenzado a afectarme seriamente); la secuencia de la boda es una vulgar excusa para tirar de algún modo las pistas absurdas de siempre, solo que esta vez el recurso carece de estilo. Y si el acto I bordea lo incomprensible y el acto II es lerdo, esperen a ver el acto III. El libreto incrusta la reaparición de un antiguo personaje - cuya única utilidad es poseer el único superpoder que puede salvar al trío central de la circunstancia apremiante en que se encuentran -... y vuelve a producir otra muerte gratuita. A esas alturas yo ya estaba indignado; sólo en Serenity vi semejante manipulación amoral de los personajes, en donde los malos sobreviven (aquí no voltean ni a uno) y los buenos caen como moscas, simplemente para ser usados como golpes de efecto del guión.
Harry Potter y las Reliquias de la Muerte - Parte 1 no me gustó. Me aburrió y me irritó. Quizás mi opinión cambie cuando vea la segunda parte, pero mi impresión es que esto nunca debería haber sido transformado en dos filmes. Así como está es una experiencia frustrante y cerrada, lenta e inconclusa, y un engendro comercial que nunca debería haber visto la luz, al menos en este formato.