Más allá de la magia
Decenas de pantallas luminosas brillaron en otras tantas manos que enviaban mensajes en la previa de Harry Potter y las reliquias de la muerte . La espera incluyó bandejas con comida, pochoclo y gaseosas, ritual de muchos que eligieron la versión subtitulada, la noche del miércoles. Es que cualquier palabra suena diferente en la voz de Daniel Radcliffe como el mago joven que conocimos de niño.
La primera parte del último libro de la saga de JK Rowling es tenebrosa y estremecedora, por el relato y la coherencia estética del director David Yates. La fotografía, la ausencia de música y los escenarios anuncian el enfrentamiento definitivo entre Harry y el asesino de sus padres.
Lo primero que impacta es la figura de Voldemort (estupendo Ralph Fiennes sin nariz) presidiendo el Ministerio de la Magia que ha corrompido. Anuncia que matará al muchacho. Harry lo presiente y lo sueña. Sus amigos Hermione Granger y Ron Weasley deciden acompañarlo. Vuelven a ser aquellos niños que jugaban en la escuela.
Predominan en la película, la oscuridad y la violencia. La primera escena, la de Voldemort en el Ministerio, marca el cambio de tono. Habrá muertes y se habla de desapariciones forzadas, traiciones, interrogatorios y pureza de sangre. Esa línea apuntala el conflicto de siempre y la misión de el Elegido, que debe destruir los horrocruxes, las partes del alma del Señor Tenebroso. Después de una estampida del grupo de Harry que huye entre las nubes, la amenaza se instala en todas partes. Sólo Harry y sus amigos pueden encontrar las reliquias que los acerca al desenlace.
Si bien hay pasajes humorísticos, como el de la serie de transformaciones detrás de las que se oculta el trío fugitivo, la película sostiene el suspenso y no abandona el carácter de thriller. En una ciudad con claros signos totalitarios, entre imágenes que recuerdan a Dickens y otras, apocalípticas, con habitantes paralizados por el miedo, se desarrolla el drama de acciones concentradas y tiempos lentos. El muchacho convive con el espíritu maligno que lo ha convertido a los 17 años en un chico taciturno y triste.
Con actuaciones impecables, voces profundas y escenas conmovedoras, Harry Potter y las reliquias de la muerte pone en paisajes hiperrealistas las formas del Mal y la fuerza de la amistad. La magia es la excusa que invita a pensar en el destino y los signos de lo que no se puede nombrar. El final en suspenso renueva el compromiso de los espectadores con Harry.