Harry Potter, el fugitivo
Finalmente, volvió el aprendiz de mago en esta séptima entrega que se divide en dos partes. Las reliquias de la muerte (Parte 1), que se exhibe en nuestro país en su formato convencional y en el IMAX. Para ver el final habrá que espera hasta las vacaciones de invierno de 2011.
Esta última película narra los acontecimientos que siguen al libro anterior, Harry Potter y el misterio del príncipe, con la eterna lucha entre Potter y sus aliados, contra Lord Voldemort y sus sirvientes, los Mortífagos.
La escuela de Hogwarta se ha teñido de negro y las luchas de poderes hacen que Harry Potter y sus amigos tengan que abandonar sus hogares para estar a salvo. Su misión es encontrar y destruir los horrocruxes restantes para dar fin al reinado del Mal.
El hechicero de 17 años es impulsado entonces junto con sus amigos Hermione Granger y Ron Weasley hacia una peligrosa travesía por Inglaterra para localizar esos objetos. Claro que el camino estará plagado de serpientes, apariencias engañosas y hasta un baño de agua helada en medio de la nieve. Harry se nutre de los conocimientos de Dumbledore (papel interpretado por el desaparecido Richard Harris y aquí reemplazado en una toma corta) para salir airoso de este penúltimo eslabón de la saga.
Harry Potter y las reliquias de la muerte comienza con una secuencia muy bien resuelta (el escape camuflado -y multiplicado- del personaje central en escobas voladoras y una moto) que brinda ritmo, fantasía y emoción en medio de una trama que, si bien se resiente por su injustificada extensión, logra cautivar más en su primer tramo.
El film contrasta la oscuridad de la vieja escuela con la modernidad que brinda la ciudad de Londres (el ataque mientras el trío de amigos hace un pedido en un bar) y aprovecha al máximo los viajes y la explosión hormonal que atraviesan los adolescentes, elementos apropiados y claves dentro de la historia.
Realmente resulta irrisoria la corta escena a bordo de un tren que tiene a Mathew Lewis (Neville Longbottom), el actor que visitó Buenos aires para promocionar la película. Si el espectador pestañea, ni se ve.
En resumen, un relato que fascinará a los seguidores y cuya varita mágica todavía funciona con méritos propios.