Movimiento arbitrario pero liberador
Es curioso ver cómo después de 7 libros, 7 películas (y por ahora, esperando sólo 1 más) y millones de dólares cosechados, Harry Potter sigue siendo objeto de amores y odios por igual. El mérito literario de Rowling no debiera tener nada que ver con la crítica de la película. Puede ser buena (o no) literatura, y las películas, mejores o peores. En este caso, nos encontramos con la primera parte de la adaptación del último libro de Harry Potter, que según dicen, es tan denso, que son necesarios dos films, que deben sumar cerca de 5 horas, para condensarlo. Bueno, también es cierto que Harry Potter y la orden del fénix es el más largo, y la película es la más corta. Negocios son negocios.
Se podrá acusar a la serie de muchas cosas (hablando, ahora, sólo de la serie cinematográfica), y algunos la podrán comparar con el otro éxito literario de la década (que también es un éxito en el cine): Crepúsculo. Pero hay que decir algo: la serie de Potter tiene mucha más dignidad que la de Edward. Eso me debe de hacer del Team Potter. Así, llegamos al principio del fin, nunca mejor dicho.
Un primerísimo primer plano de Bill Nighy, que destaca todos los tics que lo hacen tan famoso, son la carta de bienvenida y el establecimiento del tono general del relato. Nighy es Rufus Scrimgeour, el Ministro de la Magia, que anuncia, con un labio tembloroso y algunas gotas de sudor por la frente, que se avecinan tiempos oscuros. Desde que Alfonso Cuarón tomó la posta en El prisionero de Azkaban, el tono de la serie se fue haciendo más oscuro. Y no sólo por la fotografía. Hasta en la elección del compositor eso se nota: mientras que en los primeros films el músico era John Williams (¿hace falta decir que es el compositor de Star Wars, Superman, Indiana Jones, y tantas otras?) que le dió la inconfundible personalidad al tema principal y aportaba su enorme espíritu de aventuras, ahora el compositor es Alexandre Desplat, un músico tan bueno como variado. Su presencia no se nota tanto como la de Williams, pero igual es soberbia.
Lo misión de Harry, Ron y Hermione (tan grandes que cuesta creer que tengan 17 años) esta vez está fuera de Hogwarts. Deben encontrar unos horcruxes para derrotar a Lord Voldemort. Es decir: el horcrux es el McGuffin de la película. No importa bien qué hacen, sino que los tienen que buscar, y pasar por situaciones terribles para conseguirlos, y punto.
A diferencia de la última película, en esta Yates apuesta mucho más al entretenimiento a base de explosiones, disparos de varita mágica, y a la tensión genuina que generan algunas secuencias de suspenso. Hay elementos repetidos, claro, como la partida de uno de los amigos post-pelea, el flirteo entre algunos con escena con "desnudos" incluida (y sí, tenían que crecer) y algunas muertes apuradas y otras arbitrarias como para emocionar a la platea.
Lo que impide que Harry Potter y las reliquias de la muerte despegue totalmente, son algunos errores que comparte con sus hermanas mayores. En primer lugar, se nota que algunos pasajes están para contentar a los fanáticos del libro. Pequeñas secuencias que suman metraje, pero realmente no son necesarias a la historia. Otro de los problemas, es el Deus-ex-machina del final, del cual esta película no está exenta. El Deus-ex-machina se le llama al artilugio del guionista que aparece a último momento para salvar la situación. Cuando en el tercer acto de una película, algo parece demasiado complicado de resolver, el guionista introduce un Deus-ex-machina. Como ejemplo, podríamos recordar cualquier película de Harry Potter. Los que leyeron el (los) libro(s), dirán que así lo escribió Rowling. Pero bueno, esos serán recursos que usó la escritora cuando no supo como salir del enredo. Que las películas los sigan, es otra cosa.
Además, el elenco no puede lucirse demasiado. Grandes nombres han pasado por la saga, como Robbie Coltrane, Alan Rickman, Kenneth Branagh, Michael Gambon (y Richard Harris), Ralph Fiennes, Brendan Gleeson, Maggie Smith, John Hurt, y un largo etcétera. Tantos nombres del Reino Unido, que llama la atención lo poco que aparecen algunos de los mismos en el film. La que más tiempo gana es Ilmeda Stauton, la gran actriz de El secreto de Vera Drake, como la estricta profesora Umbridge. Según la trivia de IMDb, uno de los productores de la serie sólo se lamentó de no haber conseguido a Daniel Craig, Daniel Day-Lewis, Ian McKellen y a James McAvoy. Con Helen Mirren y Judi Dench, hubiese sido un dream-team.
Incluso, los mortífagos, ahora más que nunca, son una directa alegoría al nazismo. Persiguen a los sangre impura y hasta los marcan en el brazo. Sí: como en los campos de concentración. Alguno se podrá quejar de la banalidad, o la obviedad, pero no hay que olvidarse que es ficción, y que es Harry Potter. No lo digo con desprecio: afortunadamente la película evita caer en el sensiblerismo y la solemnidad de tantas películas relacionadas con el nazismo. Sí: apuesta al melodrama, pero al melodrama de adolescentes. Sabe escapar con elegancia de las zonas más riesgosas.
La acción transcurre en muchos exteriores (que uno supone que siempre son los mismos, con algunos cambios climáticos), a diferencia de las anteriores que se desarrollaban puertas adentro de Hogwarts. La aventura está allá afuera, y bueno, hay que salir a buscarla. Si bien los momentos más débiles de la película son aquellos donde los personajes debaten qué hacer, y cómo seguir, en el bosque, casi siempre son rescatados a tiempo por la tele-transportación. Está bien: para los que no siguen la serie (o los que no recordamos cómo funciona eso) parece algo muy arbitrario, pero como agiliza muchísimo el relato, no está mal. Y esa es la principal virtud: los personajes se mueven de aquí para allá, como si tantos años encerrados en Hogwarts tuvieran sus consecuencias. David Yates apuesta por agilizar el relato, y no le sale mal. Los mejores momentos de La orden del fénix, eran aquellos donde el director apostaba por el espectáculo grande. Se nota que esos son los momentos que Yates más disfruta, y le quita la pereza y la modorra a las situaciones y diálogos.
En el aspecto técnico, la película está más que bien, e incluso hay algunas apuestas arriesgadas (por lo menos para una superproducción de Hollywood). Quizás ese sea un buen resumen para toda la película: está bien, es entretenida, no revoluciona al cine, pero tampoco todas las películas están orientadas a eso.
A ver con qué trivialidad me salís...
- El primer trailer casi no tiene secuencias de la primera parte de Las reliquias de la muerte. Y a decir verdad, el trailer de la verdadera película entusiasma mucho menos que ese...