Sólido final para la saga de Potter
La segunda parte de «Las reliquias de la muerte», es decir la última película de Harry Potter, es un sólido final para la saga, ya que a diferencia del film anterior, vuelve a ubicar a los personajes en la escuela de magia donde transcurrieron las entregas anteriores y les da un desenlace apropiado a cada uno.
«Las reliquias de la muerte parte 1» estiraba cada situación -y sobre todo cada diálogo- hasta lo imposible; en su afán de convertir un solo libro en dos películas se volvía uno de esos casos de adaptación literaria absolutamente literal que, lejos de lograr fidelidad a una novela, simplmente tratan de calcarla a la pantalla grande, lo que es algo tan absurdo como imposible. Viendo esta segunda parte, da la sensación de que casi todo lo mejor del libro quedó para esta nueva película que resulta realmente contundente en cuanto a su dosis de super acción sobrenatural. La película también aprovecha mejor a John Hurt (aunque también demasiado brevemente dado el talento del actor) en el rol clave de un viejo mago que sabe como nadie el secreto de la vida propia que tiene cada varita. Esto permite que Harry y sus amigos tengan otras herramientas para luchar contra el temible Valdemort, que igual que en el film anterior tiene todas las de ganar. Pero en su lucha desesperada, el clan de aprendices de brujo ya bastantes crecidos comete un robo espectacular durante una secuencia increíble en la que terminan montando un dragón, lo que da lugar a ese tipo de imágenes que aprovechan al máximo el 3D digital con que el director David Yates despide a Potter. Y por supuesto, el asedio a la escuela de magia por parte de Valdemort y sus esbirros propicia una especie de catálogo donde se describen todos los duelos sobrenaturales posibles, ese tipo de situaciones únicas que convirtieron a la saga de Potter en el inédito mega éxito de taquilla que todos conocemos. En este sentido, los efectos especiales son alucinantes, y algunos están entre lo mejor de toda esta serie de películas.
También hay todo tipo de revelaciones melodramáticas sobre los oscuros secretos de la infancia de Harry que justamene le dieron ese lugar tan importante en esa realidad paralela de magos, y algunos de esos secretos develados implican momentos de gran intensidad muy bien resueltos actoralmente por el actor Daniel Radcliffe, que también asume el reto de caracterizarse como Potter en distintas edades
La historia es compleja, e igual que en la últimas películas de la saga, al espectador que no sea fan a muerte le puede llegar a costar un poco seguir todos los hilos de la trama, aunque como aquí se resuelven, las dudas se van disipando a medida que avanzan las más de dos horas de proyección. El tono es realmente dramático, pero por suerte hay algunos toques de humor para que esta despedida no sea del todo solemne, detalle que es el punto débil de este recomendable final de una saga que en un momento parecía interminable.