Todo concluye al fin...
Harry Potter y las reliquias de la muerte: Parte 2 es el emocionante tercer acto que le faltaba a la Parte1: el enfrentamiento entre las fuerzas del bien y el mal llega a su punto culminante. Con ellas se despiden, por ahora, siete películas que han sabido despertar pasiones y disgustos por igual. La culminación no defrauda: lo más emocionante de cualquier película es el tercer acto y esta, bueno, es un gran tercer acto. Si hiciéramos la prueba y lo graficáramos mediante una línea, el interés del público llegaría a lo más alto, en lo que tradicionalmente se conoce como el "desenlace". No han escatimado en nada. La mayoría de los actores de renombre tienen al menos un plano en pantalla (si tienen una línea de diálogo, es porque son -o fueron- muy importantes) y en general todos los "rubros técnicos" están muy bien.
El film comienza donde terminaba el anterior. Voldemort roba la varita del fallecido Dumbledore, erigiéndose así como el mago más poderoso sobre la tierra. No está el característico y clásico tema de John Williams en los títulos iniciales del film. Que la atmósfera y el tono han cambiado, para dar lugar a una serie más madura y oscura lo venimos intuyendo desde Harry Potter y el prisionero de Azkaban. Tampoco hay demasiadas explicaciones. El trío protagónico (Harry, Ron, Hermione) se lanza a la búsqueda de los horrocruxes restantes, el primero de ellos en las bóvedas de Gringotts. El robo al banco tiene una secuencia con un dragón albino que sólo por él, merece la nominación al Oscar Mejores Efectos Visuales.
¿Qué son los "horrocruxes"? ¿De dónde salió ese gnomo? No hay demasidos flashbacks, lo cual está bastante bien: quien vaya a ver esta película sabe que cuenta con un legado de 6 films posteriores... y la Parte1. Quizás alguno se pierda un poco entre tanto hechizo, encantamiento, horrocrux y piedra resucitadora. Pero todos ellos son artilugios del guión (tanto del veterano Steve Kloves -quien realizó el guión de todos los films de la serie menos Harry Potter y la Orden del Fénix, como de Rowling) para movilizar a los personajes.
Veamos: los tres héroes deben encontrar un horrocrux (amuletos donde Voldemort fragmentó y guardó su alma). Llegan a Howgarts y Harry le dice a todos sus compañeritos que deben ayudar en la búsqueda. "¿Cómo es?" le preguntan. "No lo sé", responde. "¿Dónde está?"; "No lo sé". Es un "McGuffin": como explicó el maestro del cine, Alfred Hitchcock, un McGuffin es cualquier objeto que persigan los protagonistas, pero que carece de verdadera importancia.
Mientras los jóvenes buscan el nuevo horrocrux, custodiado por el fantasma de Ravenclaw (Kelly McDonald en el papel que rechazó Kate Winslet), los profesores se establecen como el último bastión, la última defensa contra la magia oscura de Voldemort. El asedio al castillo incluye mortífagos, trolls, arañas gigantes, hombres-lobo y dementores (esos seres que succionan el alma de las personas). Es una metáfora agradable la escuela como última defensa contra la oscuridad absoluta. Los profesores forman un escudo impenetrable y McGonagall invoca unos gigantes de hierro para darle más tiempo a Harry.
Maggie Smith (Gosford Park) como McGonagall es prueba del calibre de actores del Reino Unido que han sido parte de esta saga. Con apenas una línea de diálogo ("Siempre quise usar ese hechizo") logra robar una sonrisa. La lista incluye a otros actores como Michael Gambon, Helena Bonham Carter, Alan Rickman, Emma Thompson, Jim Broadbent y Gary Oldman. Todos secundarios con escaso tiempo en pantalla esta vez, a excepción de Rickman, cuyo personaje Snape, merece párrafo aparte.
Snape es, acaso, el corazón central de esta película. Su personaje resulta genuino y esconde algunas sorpresivas revelaciones bajo la manga. Hay una secuencia especial que seguramente emocionará a los seguidores -y no tan- fanáticos de la serie. La música de Alexandre Desplat (El fantástico Mr. Fox, El discurso del rey) que también está en lo más alto del nivel del compositor, ayuda a crear el ambiente propicio para el impactante momento. Que esta sea la mejor escena de toda la película es notable, en una superproducción que podría haber optado por el puro deslumbramiento pirotécnico (que está, claro). En este mastodonte, estos elementos humanos son más que bienvenidos. Algo así sucedía con El prisionero de Azkaban, donde Alfonso Cuarón se permitía hacer una obra más o menos personal en un blockbuster de Hollywood. David Yates, quien viene del mundo televisivo, no es Cuarón, pero es eficiente.
Sí llama la atención otras cosas, que son las flaquezas del film. Así como es loable que la atención esté en los personajes antes que en el despliegue visual, se nota que a Yates no le interesa (o no sabe como dotar de emoción) filmar los combates épicos. Apenas vemos unos segundos en pantalla de la batalla por Howgarts. Si bien las comparaciones son odiosas, basta recordar lo bien que filmó Peter Jackson el asedio a Minas Tirith en El retorno del rey. Aquí, para peor, personajes secundarios mueren en estas instancias decisivas pero lo hacen fuera de campo. Alguno podría objetar que el film pierde en solemnidad (que es bueno) y gana en ritmo (todavía mejor), pero hablamos de un desenlace que carga con 7 películas a sus espaldas y nos ha impuesto, o ha hecho que nos importen, esos mismos personajes que apenas vemos, por segundos, muertos por ahí. El film dura 130 minutos y aunque parezca mentira, es el más corto de todos. Es entretenido, sin dudas, pero si tanto se hizo esperar este clímax (he incluso se lo dividió en dos) se podría haber concluido mejor esas historias laterales.
HP7P2 es una conclusión más que satisfactoria. Que se haya divido en dos es una cuestión que obedece más a las reglas de mercado que a la realización fidedigna del universo literario de Rowling (después de todo, La Orden del Fénix es el libro más largo... en una de las películas más cortas). De todos modos eso es perdonable porque este final parece resaltar lo mejor de la serie Harry Potter. Sin dudas cosechará su buena cantidad de nominaciones al Oscar (¿damos por hecho Efectos Visuales y Música Original? ¿Sumamos Mejor Fotografía?) e incluso, si el film es aplaudido por la crítica (todo parece indicar que así será) y es un éxito de taquilla (obvia respuesta...) algunos podrían pensar en la nominación mayor.
Más allá de los premios o no que reciba, la película refleja como una serie literaria exitosa, comercialmente atractiva, criticada o defendida por los expertos, puede trasladarse al cine con bastante dignidad y respeto. Pero no por el libro: respeto por el cine mismo.