No todo está perdido...
Afirmar que All is lost es un película sin diálogo es pecar de escueto. Lo más preciso sería describirla como una propuesta cinematográfica en la que se pronuncian apenas medio centenar de palabras en casi dos horas de duración. Algo poco frecuente en la industria del cine.
Robert Redford encarna a un veterano y aguerrido timonel desprovisto de suerte en alta mar, quien literalmente contra viento y marea lucha por su vida hasta las últimas consecuencias.
Sería de esperar que una entrega del tipo fuera una sucesión ininterrumpida de secuencias interminables, y sin embargo, la experiencia es diametralmente opuesta. Con planos cortos y dinámicos, la historia transcurre a ritmo trepidante, sumergiendo al espectador en sus aguas bravas. Es un relato intenso y progresivamente desgarrador, que alcanza niveles de dramatismo inusuales en la pantalla grande.
Algunos dirán que solo se trata de una crónica náufraga más, mientras que otros la considerarán una joya de la supervivencia náutica. Cualquiera fuera el caso, un dato fehaciente sale a la superficie de tan soberbia narración: en Hollywood, y muy a pesar del título que le da nombre al filme, no todo está perdido.