Como Pearl Harbour, pero buena y verídica
Luego de una década de ausencia y una seguidilla ininterrumpida de escándalos personales, Mel Gibson volvió a ponerse detrás de cámara para dar prueba de que su talento para la dirección continúa intacto. Hacksaw Ridge, sin miedo a equivocarme, es quizás una de las mejores películas de guerra de la historia del cine junto a Rescatando al soldado Ryan y La caída del Halcón Negro.
Con la mirada explícita que lo caracteriza, Gibson hace que la guerra cobre vida en los sentidos del espectador. De la mitad del filme para adelante, Hacksaw Ridge es una experiencia cruda e inmersiva, que retrata la ferocidad de los hechos acaecidos de modo inigualable, sin descuidar el costado narrativo de la propuesta. Y es que, más allá de la sangre, las explosiones y las vísceras surcando la pantalla, la película cuenta una historia verídica con una sensibilidad inaudita, logrando una rarísima y muy difícil alquimia en el cine: contar una historia de amor, coraje y valores personales sin resignar contundencia visual.
Si Mel Gibson pudiera contener sus emociones y encarrilarse, no me caben dudas que está llamado a ser uno de los mejores directores de todos los tiempos. Talento le sobra y tiempo aún tiene. Dios quiera que nos siga deleitando con propuestas como esta.