Luca Guadagnino es el director más sensual de nuestra época. También, a sus 51 años, parecer el que mejor entiende a la juventud. El director de Libertad, amor mío, fue mundialmente reconocido tras su trabajo en Call Me By Your Name, el remake (para mí buena) de Suspiria y la serie de HBO We Are Who We Are. Ahora, el italiano da un volantazo con Bones and all, en lo que sería su mejor película hasta la fecha. Un film lírico, un road trip y, especialmente, un coming of age romántico y caníbal.
Ambientada en los 80s, Maren (Taylor Russell) tiene la extraña necesidad de comer carne humana. Su padre, quien siempre ha tratado de protegerla, se da por vencido tras un último incidente en el que Maren le come el dedo a una compañera de clases. Él la abandona y ella decide buscar a su madre que no conoce. En el camino descubrirá que no es la única en su especie. Allí conocerá a Lee (Timothée Chalamet) que le enseñará como debe sobrevivir un caníbal. Mientras se debaten cuáles deben ser sus límites, ambos iniciaran una historia de amor.
Guadagnino, italiano, emprende un viaje por toda Estados Unidos y logra recoger un material de todo ello con ambos personajes. Le hace caso omiso al género y, fiel a su estilo, pone la cámara en donde se le cante mientras se ve singularmente estético para una película indie. Lo más importante de Bones and All, es que, si no se tuviera el elemento caníbal, igual funcionaria a la perfección. Pero usa el canibalismo de una manera tan sensual y poetico que gracias a dios que está ahí.
Las actuaciones de Taylor Russell y Timothée Chalamet son muy buenas. Pero la mención especial es para el reparto, algunos directamente cameos. Jessica Harper, la actriz original de Suspiria. La aterradora aparición de Chloë Sevigny. El triplemente aterrador cameo de Michael Stuhlbarg. Y, – me pongo de pie – el papel de Mark Rylance. Hace ya mucho tiempo me dejaron de interesar los Oscars, pero si la Academia no fuera tan aburrida, Rylance debería llevarse el próximo año su segunda estatuilla.
Afirmo una vez más que nadie entiende la ambigüedad, el cinismo y la ansiedad erótica de los jóvenes como Guadagnino. Esto lo podría llevar a justamente pecar con el estilo y dejar en segundo plano a la historia como paso en We Are Who We Are. Sin embargo, esta vez estamos presente ante una de las mejores películas del año.