Amor entre caníbales.
El canibalismo es el acto o la práctica de alimentarse con miembros de su propia especie y en el caso de seres humanos, de otros congéneres. Asociado desde tiempos remotos a ciertos hábitos de tribus indígenas, es uno de los más grandes tabúes de nuestra sociedad. Es una costumbre contraria a los códigos morales, éticos, legales y hasta religiosos de cualquier sociedad. Quienes lo practiquen serán excluidos de las mismas.
Tomando como punto de partida este hábito de índole prohibido, el reconocido realizador italiano Luca Guadagnino (Llámame por tu nombre y la espléndida serie We Are Who We Are) nos cuenta la intensa historia de amor entre dos jóvenes que son caníbales, nada menos. Maren (Taylor Russell), es una mujer de apenas 18 años que está comenzando a sobrevivir al margen de la sociedad y Lee (Timotheé Chalamet), otro joven que anda rodando por la vida sin punto ni destino fijo. Tras un confuso e impactante evento con una amiga (en una fiesta ella le devora ferozmente un dedo), Maren es abandonada por su padre y casi aislada de su vida normal. Confundida, se toma un pasaje de micro sin retorno y tratando de buscar su identidad. En el camino se cruzará con Sully (un grandioso y violento Mark Rylance), otro caníbal más maduro y también marginado socialmente, con el que entablará amistad y que hasta le enseñará algunos trucos para comer sin asesinar. Allí también conocerá a Lee y con quién tendrá una fuerte conexión, tanto física como emocional. Estamos en Norteamérica, en la década de los 80’s y este viaje por las rutas del medio oeste será un profundo cambio para estos dos jóvenes enamorados y practicantes de la antropofagia (inclusión de la carne humana en la dieta alimentaria).
Luca Guadagnino, un director que siempre se lo aprecia en una arriesgada búsqueda como autor, nos propone admirar lo que podría ser un gran amor, pero no menos trágico y poético. Maren y Lee se replantean todo el tiempo qué hacer con su hábito maldito (el canibalismo) y que nace irremediablemente de su ADN y esencia. Esta particular forma de alimentarse tiene mucho de adicción y la pareja no sabe cómo lidiar con el mismo. De todas maneras, esto no le impide amarse y descubrirse sexualmente, principalmente para la inexperta Maren. Será Sully, su guía y padrino en esta nueva etapa en sus vidas.
Visualmente la película llega a un nivel preciosista. Los hermosos paisajes del oeste americano son retratados con acierto por medio de zoom o planos cercanos. Allí es cuando arrima la Road Movie (películas de carreteras), que luego tendrá toques de un romanticismo casi lírico y que posteriormente se cruzará con un tipo de terror físico, estetizado y muy sangriento (Gore). Los cuerpos humanos serán devorados con culpa y gran exposición. Pocas veces un atardecer, más allá de las perturbadoras circunstancias, fue tan bien fotografiado en pantalla. La herencia de un tipo de cine “yanqui” de los años 70’s y en la figura del realizador Terrence Malick, estará más presente que nunca. La principal premisa vendrá por recorrer esa Norteamérica profunda y salvaje.
Hasta los huesos es vida y muerte. Es amor, pero también dolor. Es la gran interrogante acerca de la existencia de dos jóvenes amantes. Taylor Russell, maravillosa y Timotheé Chalamet, talentoso y el nuevo niño mimado de cine contemporáneo, junto a otros intérpretes habituales en el cine de Luca Guadagnino como Jessica Harper, Chloë Sevigni y el también cineasta David Gordon Green (Halloween Ends) trazarán su futuro y por momentos incierto destino.
Hasta los huesos es una película infinitamente personal y única, como toda la obra de Luca Guadagnino. Una gran metáfora con lecturas infinitas sobre el canibalismo, pero que también nos emociona por la franqueza y humanidad. Nunca se juzga a Maren y Lee, al contrario, se los trata de comprender y en toda la magnitud de sus hechos. Esto no es poco, y seguramente muchos de los espectadores lo sabremos apreciar acertadamente.