Solo nos vemos en los velorios
La repentina muerte de un padre de familia hace que su parentela vuelva a reunirse nuevamente bajo el mismo techo. La reciente viuda y sus cuatro hijos deberán pasar una semana en la casa familiar, a la que llegan con parejas, hijos, problemas personales, y traumas varios.
Los hermanos no están pasando por su mejor momento, Judd (Jason Bateman) aun no le ha dicho a su familia que se separó de su mujer; Wendy (Tina Fey), quien parece una perfecta esposa y madre, no es tan feliz como parece y aun recuerda a su amor de la adolescencia; Paul (Corey Stoll) está agobiado por la empresa familiar y por una esposa a la que no logra dejar embarazada; y finalmente Phillip (Adam Driver), el menor, es un irresponsable y bastante mujeriego.
La forzada convivencia, y la vuelta al pueblo donde pasaron la infancia, los enfrenta a viejos recuerdos, y así algunos rencores y cuentas pendientes salen al a luz. Pero todo está narrado en tono de comedia. El alcohol y las hierbas alivian la estadía, y aunque por momentos parezca que todo va a explotar, los hermanos se mantienen unidos y encuentran la manera de enfrentar juntos los problemas.
Construida como una efectiva sitcom de casi dos horas, esta película coral tiene de todo: romance, peleas, un poquito de drama, pero sobre todo mucho humor, todo en la medida justa como para no aburrir, aunque por momentos abusa un poco de los gags y cae en algún que otro lugar común.
No es la más original de las historias, y no es la primera comedia que comienza con un funeral, pero es una historia dinámica y efectiva que logra destacarse de otras similares con diálogos que abundan en humor ácido e irónico, y con un gran elenco en el que se destacan Adam Driver, Jason Bateman, Tina Fey y la veterana Jane Fonda, como una psicóloga que atormenta a sus hijos hablando abiertamente de sexo y usándolos como ejemplo en sus libros.