Una historia de amor atravesada por los aspectos secretos y ocultos de una sexualidad mezclada con excesos y perversiones. Tamae Garateguy se muestra dúctil y talentosa en un género que oscila entre el thriller y la indagación psicológica en las pulsiones de vida y de muerte. Ella muestra con elegancia situaciones que tienen en común terrenos transitados, por Pedro Almodovar en “La piel que habito”. La relaciones entre un cirujano plástico exitoso y una bailarina. El profesional en las escenas iniciales se le muere un paciente en plena cirugía, un hombre con esposa, hijas, y un buen pasar que no sostiene la fachada de familia perfecta. Ella por un accidente automovilístico ha perdido a su familia, quedó con su rostro y cuerpos deformados y acude a ese médico pidiendo la reparación inmediata de su cuerpo, pero con el ferviente deseo de morir en la operación. Por algo al cirujano, los medios, le pusieron el mote de “doctor muerte”. Pero entre ellos nace una pasión irrefrenable. Y un recorrido obsesivo y perverso por encuentros grupales, sadomasoquismo, contratación de sicarios, necrofilia. Los dos son buscadores atrapados en la insatisfacción permanente, que corren tras la quimera de amores fatales y condenados.