El tercer film de Berger ubica al espectador una vez más dentro de la relación entre dos hombres. Desde el principio el uso ampuloso de la música contrasta -demasiado- con la pequeña y sentida historia que el film busca contar.
La historia de Eugenio y Martín tiene las características que el cine más subraya cuando habla de amor gay: la represión. Inclusive en este caso donde uno de los protagonistas ya está fuera del closet. La carnadura de la trama es el histeriqueo con sentido que Eugenio le aplica a Martín, Eugenio parece buscar inspiración y Martín trabajo, lo que encuentran en cambio les cambiará los planes.
Cuando un tercer personaje aparece en el film, su presencia se justifica sólo para exponer las intenciones e historial de Eugenio, un tropo efectivo. Finalmente luego de una hora y media de coqueteos y malentendidos el film elige el optimismo y asi se despega de la mayoria de películas que con esta temática parecen disfrutar de dibujar personajes que por su elección sexual sólo tienen que sufrir miserias. Berger demuestra sensatez y sentimientos en un film de –verdadero– romance