Héctor y la búsqueda de la felicidad es probablemente uno de los filmes más serios y maduros que brindó Simon Pegg en su carrera.
Lamentablemente esta propuesta se relaciona con una temática muy explotada en el último tiempo en Hollywood, que ya que pudimos ver en producciones similares como La vida de Walter Mitty (Ben Stiller) o Comer, rezar y amar (Julia Roberts).
Otra vez nos encontramos con un personaje de cuarenta y pico de años que atraviesa una crisis personal y decide viajar alrededor del mundo para encontrarse a sí mismo y descubrir el secreto de la felicidad.
Para variar, el protagonista elige lugares exóticos donde conoce otras personas que en algunos casos lo ayudan a tener una perspectiva diferente de la vida.
Algo gracioso de estos filmes es que la búsqueda de la felicidad siempre depende de la capacidad económica que tengas para tomarte varios meses sabáticos y viajar por el planeta a lugares remotos.
De otro modo, estás condenado a tener una vida miserable y aburrida.
Pegg tiene algunos buenos momentos en el rol del excéntrico psiquiatra Héctor y hace una buena dupla con Rosemund Pike.
Sin embargo, las enormes similitudes del argumento con la temática de Walter Mitty generan que la película se vuelva bastante trillada y predecible.
La dirección corrió por cuenta de Peter Chelson, quien fue responsable del excelente film romántico, Señales de amor, con John Cusack y Kate Beckinsale.
En este caso desarrolló una propuesta distinta que fusiona el drama con la comedia sin grandes resultados.
No es una producción mediocre y tiene un gran reparto, pero cuesta bastante conectarse con una historia que repite los mismos conflictos que se trabajaron en filmes recientes. No hay ningún tipo de sorpresa en la trama y esto afecta la conexión que se podría gestar con los personajes.
Para el fan de Simon Pegg tal vez puede resultar una opción interesante, debido a que el actor tiene un rol más introspectivo, pero más allá de esta cuestión no hay mayores elementos que se destaquen en esta producción.