Hector en busca de la felicidad es en algún punto la versión masculina de Comer, rezar y amar. Pero de a ratos elevada por la presencia de un Simon Pegg entusiasta y naif, la película consigue establecer un irregular equilibrio entre su naturaleza dulce y sus momentos de fábula narcisista. Entre las tristes coincidencias con la cinta protagonizada por Julia Roberts basada en el best seller de Elizabeth Gilbert, está el ineludible hecho de que estos viajes de autodescubrimiento y superación personal/colectiva que realizan ambos protagonistas, son en el fondo bastante hipócritas. Ambos personajes llevan una vida de lujos y riquezas para cualquier otro mortal, pero sin embargo para aprender a disfrutarla deben abandonarla, extrañarla y finalmente volver a ella con un repertorio nuevo de anécdotas y experiencias para contar. Pero al final, nada de sus vidas realmente ha cambiado. El viaje se completa como un circulo en el mismo punto de partida.
La moraleja siempre será algo relativo al amor. Frases como "amar y ser amado" se escucharán en el tramo final de estas historias en donde sobran simplismos sobre cómo acariciar la felicidad. Pero esa no es claramente la parte más disfrutable de la historia. Por suerte la película del británico Peter Chelsom también nos regala alguna que otra frase o punto interesante puesto en boca de sus personajes. Hector le sugiere a su amigo médico que dedica su vida a la caridad en un remoto país de África que "los médicos son una necesidad y los psiquiatras un lujo". A lo que éste responde "a veces la mente puede doler tanto como el cuerpo". Cierto o no, lo increíble es que el protagonista deba realizar viaje semejante para evocar este tipo de pensamientos.
La historia de Hector tiene algunos pasajes entretenidos probablemente consecuencia del aporte personal de Simon Pegg, pero en general mezcla drama con la comedia con una suerte desigual. Su apariencia bella en superficie se desmorona cuando se rasca un poco para desnudar lo que realmente hay debajo. Hector en busca de la felicidad es ese panfleto de autoayuda que podemos recibir en cualquier esquina de manos de un extraño y que difícilmente llegue a nuestros hogares.