Una historia cuyo secreto mejor guardo se resume en una palabra: Atreverse
El mundo árabe es muy tradicionalista, las costumbres se conservan y respetan desde hace siglos. Las relaciones familiares se obedecen a rajatabla. Transgredir un rito que manche a la religión y a las convenciones culturales instaladas es una afrenta imperdonable, especialmente frente a la sociedad que la circunda.
Bajo estas circunstancias, apremiado y presionado por dos bandos, Hedi (Majd Mastoura) se encuentra entre la espada y la pared. No sabe cómo manejar la situación, sólo acata y sigue. Continúa su vida siempre concentrado, pensativo, circunspecto, con un rostro inexpresivo, porque, por un lado, con 25 años de edad, su madre Baya (Sabah Bouzouita) le arregló el casamiento con una chica, Khedija (Omnia Ben Ghali), que apenas conoce y él no la quiere, aunque ella está muy entusiasmada porque otro objetivo que formar una familia, no tiene. Y del otro lado, está la exigencia de su jefepara que salga a vender autos a empresas de otra ciudad, porque la economía del país está muy deprimida y en su lugar de trabajo no hay ventas. El protagonista es una olla a presión y no sabemos en qué momento puede estallar.
El director Mohamed Ben Attia, en su ópera prima, nos acerca y nos transmite cómo se maneja la sociedad tunecina en la actualidad, que pese a estar actualizados tecnológicamente y conectados e informados con el resto del mundo, sostiene su idiosincrasia, sin dejarse influir por la modernidad, y esos conceptos tradicionales suelen chocar con los pensamientos de ciertos jóvenes que ven recortadas sus posibilidades de ser como los de otras culturas y deben resignarse a ser y a actuar como sus antecesores.
Durante su estadía en un hotel de lujo, ubicado en la ciudad donde lo mandaron a visitar potenciales clientes, Hedi conoce a una chica, Rym (Rym Ben Messaoud), una bailarina de ritmos caribeños que, junto a otros compañeros, trabaja de hotel en hotel, no sólo en Túnes sino en otros países europeos, entreteniendo las noches de los turistas.
El amor entre ellos es instantáneo, intenso y Hedi no puede despegarse de ella.
La disyuntiva que se plantea en su vida es si continúa con los mandatos impuestos por su madre dominadora y omnipresente, o abandonar todo por un amor verdadero; Continuar sometido a las exigencias no deseadas o desafiar lo institucionalizado; Quedarse y aceptar todo lo impuesto por otros o trazar su propio destino; Perder una vez en la vida la cabeza y guiarse por sus deseos o continuar el resto de la existencia lamentándose lo que no se aventuró a hacer. Todas estas preguntas y reflexiones retumban en la cabeza de Hedi durante los momentos en el que permanece solo, y el silencio es su aliado y consejero.
Con una actuación precisa de cada uno de los componentes del elenco, las transformaciones gestuales y de carácter del protagonista les demuestra a los demás que no está anestesiado, producen una historia mínima y creíble cuyo secreto mejor guardado reside en una sola palabra: atreverse.