AIRES DE CAMBIO
Lo curioso de La amante, ópera prima del tunecino Mohamed Ben Attia, es que hay un momento de la película en que uno se siente tentado de juzgar como caricaturas a los personajes femeninos que circundan la vida de nuestro protagonista, Hedi. Sin embargo hay un detalle fundamental: la cámara nunca se aleja de la figura de este personaje apático y ocasionalmente un tanto patético, su punto de vista es fragmentario y como si se tratara de un mosaico caótico, estas mujeres toman relieve en oposición a Hedi, sin que la película necesite profundizar en sus motivaciones. Incluso podemos adivinar fuera de campo el dolor de un personaje como Khedija, que se puede antojar algo desdibujado en prácticamente todo el film. Por lo tanto es un film más complejo de lo que parece, más allá de las impresiones iniciales.
En el film nuestro muchacho Hedi (interpretado con desesperante sutileza por Majd Mastoura) se encuentra trabajando para una sucursal automotriz mientras prepara su casamiento con la joven Khedija con el asesoramiento un tanto invasivo de su madre. Las cosas cambiarán abruptamente para él cuando en un viaje de negocios en Mahdia se encuentre con Rym, una mujer independiente cuyo trabajo en hotelería la lleva a rotar por distintas ciudades del mundo que lo terminará cautivando y modificando sus planes. Lo que inicialmente se desarrolla como una historia romántica, un culebrón entre la historia de un matrimonio esbozado por convenciones sociales más que por el amor y otra de dos amantes que se estrellan por la pasión, termina siendo un viaje introspectivo del protagonista cuyo resultado no es una “salida fácil” sino que resulta en un cambio interno a partir de la experiencia.
El film acierta en dar un ritmo sosegado a la acción, con diálogos que aparecen constantemente interrumpidos hasta que Hedi fluye en la conversación con Rym, dándole otro perfil al personaje. Este cambio actúa de gatillo para que los problemas en la comunicación que veíamos inicialmente con su madre o su hermano lleven eventualmente a un momento catártico y planos largos que recordarán al cine de los hermanos Dardenne (la discusión y el reingreso a su hogar para armar su equipaje). Por lo tanto, esto que veíamos en el guión desde lo narrativo a través de los diálogos se traduce también en lo visual, a los planos cortos, las interrupciones de la introducción, que se contraponen a los que son largos y secuencia del desenlace hasta la abrupta mirada del final cargada de significado.
Drama de aristas más filosas de lo que parece en un principio, empaquetado en lo que se asemeja a un melodrama, La amante ofrece un film que levanta más preguntas que respuestas, pero al final se sabe que el trayecto recorrido es de crecimiento interior para su acomplejado protagonista.