El despertar del amor en medio de la Primavera Árabe
La vida de Hedi se debate entre dos mundos, entre dos tiempos, entre dos mujeres. A punto de casarse con la bendición familiar con una mujer a la que apenas conoce, Hedi descubre que hay otro horizonte para su silenciosa rebeldía, un horizonte lejano, pero tangible, allí en la costa de una ciudad cercana.
La amante, ópera prima del tunecino Mohamed Ben Attia, celebrada desde su debut en el Festival de Berlín de 2016 como el cine de la Primavera Árabe, cuenta el despertar del primer amor como el nacimiento a un nuevo presente, a un nuevo país que despierta de una larga y conflictiva búsqueda. Y Ben Attia elige para ello una puesta en escena exenta de ornamentos, cargada de una emoción sutil y subterránea que anuncia ese mundo por venir.
Trailer de La Amante (Inhebek Hedi)
Los cambios políticos y culturales que agitaron a Túnez en 2010, conocidos como la Revolución de los Jazmines y protagonizados por las nuevas generaciones que demandaban pertenencia y representación, inspiraron a Ben Attia para contar una historia propia y universal. Propia porque nace de su vínculo con el pasado y el presente del mundo árabe, y de su propio país, y universal porque en esa historia de amor que imagina se condensa la mirada sobre las expectativas de los jóvenes y el deseo de llevar una vida según sus propias reglas.
Hedi trabaja como vendedor de Peugeot en un tiempo de crisis, prepara su casamiento en un tiempo de espera, soporta los mandatos de su madre y hermano como antesala de su propia libertad. Regido por las decisiones de otros, el viaje a la costa de Mahidia para una promoción de automóviles será la excusa perfecta para ensayar una vida propia, para encontrar un amor que no esté regulado por ceremonias y rituales. La amante del título es algo más que la otra mujer: es la presencia verdadera de una realidad posible, imprevista, nacida de esa primavera que parecía anunciarse en el aire. Si su madre, con su insistente presencia, es la voz de la tradición, la joven Remy, sin promesas ni ataduras, será lo que el futuro, con todo lo incierto y ambiguo que resulta, tiene para ofrecerle.
La amante escapa a los escenarios tradicionales con los que se retrata a los países árabes y elige espacios de tensa cotidianidad y abierta liberación. La interpretación de Majd Mastoura como Hedi (cuyo nombre significa calma, serenidad) transmite una calidez única, una incomodidad silenciosa que se entrega, como nunca, a un deseo inesperado.