El juego entre copia y original parece ser cada vez más la clave de secuelas y reboots del terror. Hell Fest: juegos diabólicos encuentra una idea interesante que consiste en condensar toda una iconografía bajo la forma abstracta de un carnaval de horrores. Sin embargo, su urgencia por ser la nueva Halloween le juega en contra: sus recursos se agotan en esa primera instancia, en el salto repentino, el sonido estridente, la máscara del asesino, el grito de la final girl. La caja de trucos del director Gregory Plotkin no tiene el ingenio del homenaje a los clásicos ni la ambición crítica de la relectura del género, sino que apenas se mantiene con algo de pericia en los estrictos límites de una copia consciente.