Parrafraseando a los Simpsons… “el reboot del que nadie esperaba nada, nada está haciendo”
Vamos a dejar de lado la trilogía dirigida por Guillermo del Toro y protagonizada por Ron Pearlman, este reboot apunta a otra cosa. ¿A qué? No lo sabemos exactamente. No, mentira. Pero retomaremos esto en la conclusión, así leen hasta el final *se salteaban toda la nota hasta el último párrafo*
La película arranca con una fábula cuasi medieval: la leyenda de cómo el rey Arturo detuvo a la malvada bruja Nimué, cortándole la cabeza con su mítica espada Excalibur, para luego desmembrarla y esconder las partes de su cuerpo, aún vivas, a lo ancho del país para neutralizar su poder.
De ahí pasamos al presente: un Hellboy en tensión constante con su padre, yendo a buscar a su compañero Estevez en Tijuana, y emborrachándose al no poder lograrlo. Su camino no tarda en cruzarse con el de una revivida Nimué y una Alicia que también está vinculada con “los malos”.
Empecemos hablando de lo bueno. David Harbour lleva con decencia un personaje bastardeado desde el guión. A pesar de las enormes protésis que, obviamente, no permiten una gesticulación extrema, por momentos sus miradas dicen mucho. El personaje de Alicia también hace aportes a la trama que permiten que avance el guión, y la interpretación de también alcanza buenos niveles. Para los más fanáticos la aparición de Lobster Johnson también puede contar entre lo mejorcito. Y la primer escena postcréditos (son dos) tiene una iluminación y un ritmo sobresaliente.
Pasamos a lo no tan bueno. O a lo malo. El primer punto cuanto menos polémico es el CGI. Aparecen una cantidad de monstruos con diseños interesantes, pero se ven carentes de niveles y texturas, incluso por momentos los movimientos se ven más mecánicos que orgánicos. Con la sangre pasa algo parecido: es un fluido completamente artificial. Y aquí la pregunta: ¿es una propuesta o es una falencia? Si es una propuesta, no tiene razón de ser. Las películas de este tipo se apoyan fuerte en lo visual, por sus escenas de acción y por los universos que generan, y en ese sentido buscan atrapar al espectador y no generarle dudas o preguntas, con lo cual…descartamos la opción propuesta, y nos queda verlo como una falencia. Y el maquillaje corre en el mismo sentido.
Párrafo aparte para el guión. Hay una intención y un conflicto, si. Hellboy tiene algo que hacer en función a alguien que quiere algo opuesto. Pero hasta ahí nomás. Las acciones que van construyendo esa trama están sueltas, se van ubicando dispersas y nunca hay una buena construcción de nada, siendo por decantación el desenlace como punto más flojo. Decíamos al principio de Harbour hacia lo que podía con un personaje bastardeado. Y si: queríamos decir que nos encontramos ante un Hellboy infantilizado, casi caprichoso, de comportamiento errático que además maneja un registro humorístico más propio de Adam Sandler en un mal día.
Evidentemente, es un reboot que apunta a un público joven o disperso: lo fragmentado de la trama y su liviandad parecen apelar a un espectador que no puede mantener la atención en lo mismo por mucho tiempo, y responde a cánones de humor más básicos y políticamente correctos. No recomendada para fans.