Hellboy

Crítica de Jesús Rubio - La Voz del Interior

Es incomprensible el encono con que la crítica trató a la nueva Hellboy, reinicio recargado de la saga de acción apocalíptica iniciada por Guillermo del Toro en 2004 y protagonizada por Ron Perlman como el demonio superheroico del título, personaje salido de las páginas de la novela gráfica creada por Mike Mignola.

El director de esta nueva versión es Neil Marshall (El descenso) y hace unos días salieron a la luz los problemas que tuvo en el rodaje, tanto con el actor David Harbour, encargado de interpretar a Hellboy, como con los productores. Pero más allá de estos entretelones, los que escribieron en contra parecen no haber entendido cuál es la gracia de este tipo de películas bochincheras.

Lo cierto es que el detective forzudo de la Agencia para la Investigación y Defensa Paranormal (AIDP) volvió más encendido e incendiario que nunca. Esta vez, Hellboy deberá enfrentar a Nimue (Milla Jovovich), una bruja de los tiempos del rey Arturo a la que llaman “La reina de la sangre” y que fue amante del mago Merlín, de quien aprendió los hechizos que la convirtieron en una de las brujas más temibles y poderosas.

Lo grandioso del cine norteamericano es esa capacidad que tiene para deglutir todos los productos de la cultura popular y procesarlos de tal manera que el resultado sea algo sorprendente y encantador. Hellboy es una mezcla muy lograda de elementos disímiles en apariencia, como la historia del rey Arturo y su espada Excálibur, la Segunda Guerra Mundial y los experimentos nazi y una grotesca y espeluznante Baba Yaga, como para agregarle más leña al fuego del infierno. Y todo aderezado con las peleas más rimbombantes y atolondradas que se puedan imaginar, propias de las películas de bajo presupuesto del siglo pasado.

Hellboy es un espectáculo machacante, donde las aventuras de sus personajes abominables se disfrutan como un balde de pochoclos exuberante y delicioso, imposible de dejar de masticar con fruición nerdo-cinéfaga. El ritmo de la acción es trepidante y la banda sonora es una especie de colisión de música electrónica electrizante, punk rock y orquesta sinfónica, con guitarras y tambores que ponen los pelos de punta.

La escena de la pelea con los gigantes es magistral, por cómo el director entiende el espacio, los movimientos de cámara, la perspectiva, las distancias entre Hellboy y sus hambrientos contrincantes. Toda la secuencia es una lección de cómo hay que filmar el espacio y el movimiento cuando se enfrentan personajes de distintas proporciones.

CARTELERA AGENDA CINE MÚSICA TEVE PERSONAJES ESCENA COMER Y BEBER MIRÁ ARTES MEDIOS LA VOZ MUNDO D
Inicio
Lo último
Popular
Iniciar sesión
Los monstruos están vivos: nuestro comentario de "Hellboy"
Aunque fue criticada por cierto sector de la crítica, la nueva película sobre Hellboy es un espectáculo mainstream de gran calidad. Calificación: Muy Buena.

Hellboy
Hellboy
JESÚS RUBIO
Sábado 13 de abril de 2019 - 09:03
|
Es incomprensible el encono con que la crítica trató a la nueva Hellboy, reinicio recargado de la saga de acción apocalíptica iniciada por Guillermo del Toro en 2004 y protagonizada por Ron Perlman como el demonio superheroico del título, personaje salido de las páginas de la novela gráfica creada por Mike Mignola.

El director de esta nueva versión es Neil Marshall (El descenso) y hace unos días salieron a la luz los problemas que tuvo en el rodaje, tanto con el actor David Harbour, encargado de interpretar a Hellboy, como con los productores. Pero más allá de estos entretelones, los que escribieron en contra parecen no haber entendido cuál es la gracia de este tipo de películas bochincheras.

Lo cierto es que el detective forzudo de la Agencia para la Investigación y Defensa Paranormal (AIDP) volvió más encendido e incendiario que nunca. Esta vez, Hellboy deberá enfrentar a Nimue (Milla Jovovich), una bruja de los tiempos del rey Arturo a la que llaman “La reina de la sangre” y que fue amante del mago Merlín, de quien aprendió los hechizos que la convirtieron en una de las brujas más temibles y poderosas.

Lo grandioso del cine norteamericano es esa capacidad que tiene para deglutir todos los productos de la cultura popular y procesarlos de tal manera que el resultado sea algo sorprendente y encantador. Hellboy es una mezcla muy lograda de elementos disímiles en apariencia, como la historia del rey Arturo y su espada Excálibur, la Segunda Guerra Mundial y los experimentos nazi y una grotesca y espeluznante Baba Yaga, como para agregarle más leña al fuego del infierno. Y todo aderezado con las peleas más rimbombantes y atolondradas que se puedan imaginar, propias de las películas de bajo presupuesto del siglo pasado.

Hellboy es un espectáculo machacante, donde las aventuras de sus personajes abominables se disfrutan como un balde de pochoclos exuberante y delicioso, imposible de dejar de masticar con fruición nerdo-cinéfaga. El ritmo de la acción es trepidante y la banda sonora es una especie de colisión de música electrónica electrizante, punk rock y orquesta sinfónica, con guitarras y tambores que ponen los pelos de punta.

La escena de la pelea con los gigantes es magistral, por cómo el director entiende el espacio, los movimientos de cámara, la perspectiva, las distancias entre Hellboy y sus hambrientos contrincantes. Toda la secuencia es una lección de cómo hay que filmar el espacio y el movimiento cuando se enfrentan personajes de distintas proporciones.

Otro punto a favor es esa desfachatez e irreverencia del musculoso de cuernos amputados y el tono desenfadado, porque una película mainstream de monstruos tiene la obligación de ser una fiesta desbocada, donde los humanos vuelen por los aires descuartizados y la sangre salpique la pantalla hasta hacerla estallar. Por eso mismo estamos en condiciones de afirmar que, una vez más, Hellboy se consagra como el rey infernal del blockbuster más estruendoso. A celebrarlo se ha dicho.