Que bien funciona la mitología griega. Desde siglos A.C. los conflictos de dioses, semidioses y su injerencia en los seres humanos han servido como base fundamental de los ejes dramáticos del arte literario y audiovisual de todas las épocas hasta nuestros días. Incluso los videojuegos han logrado penetrar en la industria y probablemente no haya chico en el mundo que no sepa de memoria los nombres.
Dioses hay muchos pero el como héroe, el arquetipo de hombre de bien, pese a su suerte, es sin dudas Hércules. Cómo será de rentable que esta es la segunda presentación cinematográfica del año después de “La leyenda de Hércules” (2014), estrenada en la primera mitad del año. Su historia es vastísima, de modo que cada episodio de su vida es una película en sí. Aquella contaba de su destierro por un amor prohibido, la que se estrena esta semana sitúa al hijo de Zeus y Alcmena poco después de las famosas doce pruebas. De hecho, la voz en off de Yolao (Reese Ritchie) es la que nos pone en tema hasta descubrir que él en persona la cuenta frente a unos piratas que lo tienen colgando a punto de cortar la cuerda que lo dejaría caer arriba de una lanza que le apunta directo al culo. En ese preciso momento, en ese plano detalle en contrapicado, entendemos que van a ser el humor y la aventura los andariveles por los cuales transitará la historia. Es un claro mensaje del director Brett Rattner para que nada sea tomado ni en serio ni literalmente en cuanto a lo que narran los libros de historia y mitología. Un aviso que llega en el momento justo para poder disfrutar de una aventura bien realizada.
Hércules (Dwayne Johnson) vive como mercenario junto a su séquito de guerreros: Autólico (Rufus Sewell), Atalanta (Ingrid Berdal), Anfiaro (Ian McShane) y Tideo (Aksel Hennie). Hecha la presentación de las cualidades de cada uno enfrentando a los piratas, la nueva misión nace al acercarse Ergenia (Rebecca Ferguson) a pedirle que ayude a su padre, el Rey Cotys (John Hurt), a enfrentar al malvado Resus (Tobias Santelmann) que viene asolando la zona desde hace rato.
Se podría colegir que las escenas de acción, coreografías, espadazos, etc, son la estrella de la producción, y de hecho cada una está muy bien resuelta, pero el realizador no abandona nunca al personaje principal y va construyendo sus demonios internos cuando inserta una pesadilla recurrente de cuando su familia fue brutalmente asesinada. Además, cada personaje tendrá su momento para justificar su presencia en el guión, lo cual también ayuda a las pequeñas pero necesarias dosis de dramatismo en este tipo de producto.
La película tiene un gran diseño de producción; varios escenarios reales, sobre todo en las batallas, despliegue visual con las tomas panorámicas y si bien hay uso de CGI, éste está bien dosificado como para evitar el artificio del mundo digital.
Por otro lado Dwayne Johnson ya se percibe como un actor inteligente a la hora de aceptar papeles. Remite a la mejor época de Arnold Schwarzenegger cuando su intuición le dictaba qué iba a funcionar y qué no lo cual derivó en personajes clásicos difíciles de volver a empatar o re-lanzar sin caer en comparaciones. Las caras y cuerpos de Terminator o Conan no pueden ser otras que las del austriaco. El ex campeón de lucha libre va por el mismo camino.
“Hércules” resulta un producto entretenido y dinámico justamente al estar basada en el cómic de John Moore que desde sus viñetas ostentaba el mismo tipo de registro con el personaje. Brett Ratner ha mejorado como realizador desde aquella “Rush Tour” (2002) y su buen capítulo de “X-Men” en 2006. No hizo una obra maestra, simplemente una película que va a lo seguro y no defrauda.