Leyenda urbana
La enésima revisión del mitológico Hércules (esta vuelta, inspirada en un comic del desaparecido historietista Scott Moore y dirigida por Brett Ratner, de la última X-Men) tiene un par de novedades para ese género siempre al borde de la extinción: el péplum. Ya nadie necesita al nuevo Lou o Arnold rodeado de amazonas voluptuosas. La historia es otra. Dudosamente este Hércules sea hijo de Zeus; es el líder de una elite de mercenarios que sirvió al rey Euristeo y ahora recorre Grecia en busca de los trabajos mejor pagos. Esos son sus nuevos 12 trabajos. No hay mitología sino algo prosaico; quienes crean los mitos son los mercenarios de Hércules, mezcla de bardo medieval con los desquiciados motociclistas de Mad Max, para obtener encargos de sangre y oro.
La otra novedad es que Dwayne “La Roca” Johnson se está animando a actuar. Hay, como mucho, dos grados de separación entre su Hércules y el gladiador de Russell Crowe, personaje con el que la historia, a través de flashbacks, tiene cabos sueltos en común. Dwayne, incluso, se arriesga con monerías (requerimiento en boga y cualidad poco frecuente en el cine de acción), lo cual alivia la primera parte del film, largamente monótona, donde Hércules acepta la tarea de proteger al rey de Tracia, Cotys (John Hurt), del despiadado Rhesus (Tobias Santelmann), cuyas dotes de magia vuelven a diversas tribus tracianas contra el reino. La segunda parte intercala escenas de lucha con la relación entre Hércules y Ergenia (Rebecca Ferguson), hasta el retorno de Euristeo (Joseph Fiennes), cuando la trama toma un giro algo impensado. Sin alcanzar la complejidad estética de 300, este segundo tramo combina muy bien la acción con la trama y justifica esta última recurrencia al griego más forzudo.