Mr. Músculo y sus amigos
A no entusiasmarse, este Hércules no es el de la layenda por todos conocida. Nada hay aquí de su violenta locura, ni de su bisexualidad; en realidad no hay sexualidad alguna. Sí hay violencia, que a esta altura todos sabemos que es más aceptada que el sexo, tan sucio e impío.
Cuestión que este musculoso anda por ahí aprovechándose de la fama que su sobrino, ese que en la leyenda era también su amante, desparrama por ahí. Las hazañas de Hércules se han hecho famosas y merced a la credulidad de la época el grandote se dedica a ofrecer sus servicios al mejor postor. No malentiendan, se trata de servicios de guerra. Que este Hércules es un mercenario que lucha a cambio de oro, y no lo hace solo, sino con un rejunte de personajes mitológicos con los que acaba formando un grupo que Stallone ya ficharía para otra de los Indestructibles.
Entonces ahí llega Hércules y sus amigos a brindar sus servicios al rey de Tracia (John Hurt), quien anda atribulado por un sujeto que con misteriosas y monstruosas armas está destruyendo su reino. Sin embargo, no serán los enemigos externos a los únicos que el mítico ser deberá enfrentar, los hay otros que cada tanto visitan su mente a los que deberá vencer para descubrir su verdadero destino.
El director que hizo la peor entrega de la saga "X-Men", confirma esta vez que no tiene lo necesario, que apenas sí cumple con algunos buenos momentos de acción, apoyado en buenos efectos especiales, pero consigue volver tedioso un relato que no debería serlo. Porque Dwayne Johnson hace lo suyo con gracia, y le acompañan efectivos actores como Rufus Sewell, Ian McShane y el gran John Hurt., que aportan su oficio como para salvar las ropas con lo justo.
Pero sin dudas, la frutilla del postre es la patética moraleja que pretende dejar el filme. Aquella de que no hay que ser hijo de un dios para ser héroe, que basta con querer serlo y esforzarse para ello. Si hasta falta el Tío Sam para señalarte con su huesudo dedo.