El subgénero del apócrifo found footage se consolidó por dos simples razones financieras: es barato y recaudador. Muchas veces se nombra a El Proyecto Blair Witch como la película nodriza que alimentó y envalentonó a los subsiguientes experimentos de cámara en mano, pero los mondo films ya tenían el germen de este subgénero. Y la película que marcó definitivamente el rumbo fue U.F.O. Abduction (o The McPherson Tape) en 1989, luego reversionada por el mismo director como Alien Abduction: Incident in Lake County (gastada en el canal Cinemax a fines de la década del 90).
De todos modos, La Bruja de Blair sí fue pionera en algo: hizo toneladas de guita. Un presupuesto acotadísimo y una recaudación que superó los 200 millones en todo el mundo. Algo similar pasó con Actividad Paranormal, la verdadera madre de Heredero del Diablo. Entonces, el falso found se transformó en una nueva apuesta fácil del cine mainstream. Lejos de las controversias que podía generar un falso documental como Holocausto Caníbal o la confusión en los adolescentes nerds que generó Alien Abduction hace más de quince años, hoy una película de este subgénero rápidamente erosionado sólo puede sorprendernos favorablemente si nos ofrece una buena reinterpretación de lo ya hecho, si le aporta una visión personal a un género ya establecido.
Porque hasta en un cover hecho por la más insulsa banda de rock debe haber personalidad. Y eso es justamente lo que no tiene Heredero del Diablo. En este cover de Actividad Paranormal ni hay pasión. Porque no estamos criticando la poca originalidad ni el uso repetido de los tópicos (¿cuántos temas hay?), lo problemático (y problemático por aburrido, por no resignificar) es que vemos Devil’s Due y ya la vimos mejor contada. No hay ideas ni construcción de relato que nos conmuevan, sólo hay un mush up de obras contemporáneas -con planos directamente robados- y de viejas glorias como El Bebé de Rosemary.
Claro que estamos lejísimos del horror sutil de Polanski en su versión del hijo del diablo, como estamos lejísimos de sentir el terror que nos provocó. El efectismo berreta y el absurdo al que llega un horror técnico de pretendido realismo que infecta al cine fantástico, les dan la derecha a quienes critican al género desde la soberbia del aburrimiento. Heredero del Diablo nos vomita su anticristo como si fuésemos pajaritos esperando la comida de mamá, nos vende Pavlov por falta de ideas como si fuera la novedad del mercado y mete un final circular como el más novato del taller literario. Sólo espero que pronto llegue otro hijo del averno a darle vida al género.