En un contexto tan particular como el que estamos transitando, con el mundo atravesado por una pandemia que lejos de haber significado una inflexión de cambio de paradigmas en la humanidad, ha terminado por subrayar las diferencias y la carrera por la supervivencia individual; Hermanas de los árboles nos trae una historia de lucha conjunta y transformación. Este documental rodado en un pequeño pueblo del estado de Rajastán, llamado Piplantri, ubicado al norte de la India, ha sido labrado con sensibilidad por la mendocina Camila Menéndez y Lucas Peñafort en la dirección. Esta dupla se dedicó a registrar, con una mirada tan minuciosa como empática, el proceso de profundo cambio de la comunidad que retrata.
Hasta hace algunos años, en Piplantri muchas de las niñas que nacían estaban predestinadas a morir ya que sus familias no podían afrontar económicamente el pago de la dote obligatoria para que sus hijas se casen. Lejos del regodeo en el dolor, Menéndez y Peñafort se aproximan a las mujeres que habitan en el lugar y son ellas quienes irán contando su historia personal y colectiva.
Más allá de la temática de género, Hermanas de los árboles también aborda la preocupación de los vecinos de Piplantri por transformar su desértico medioambiente, afectado por la explotación de una minería que si bien ha representado la fuente de ingreso central del pueblo, también ha crecido sin control dejando ver en carne viva sus montañas literalmente taladradas y aproximándose a las viviendas de algunos pobladores.
El ensamble de la voluntad política y la acción comunitaria es el meollo de este atrapante documental, que entre otros cuenta con el testimonio de un hombre que hace un par de décadas atravesó el duelo de perder una hija adolescente, y que luego como intendente Piplantri, pautó en conjunto con sus habitantes la idea de plantar 111 árboles por cada niña que naciera. De esta manera, el plan de avanzar hacia un pueblo que sane sus heridas marcadas por las diferencias de género, y a la vez la reconstrucción de un ecosistema que le devolviera a la tierra su fertilidad, se convirtieron en el talismán de lucha de toda una comunidad; pero sobre todo de un conjunto de mujeres que tomaron la voz activa en este proceso de transformación.
Como es sabido, no existen resoluciones de realismo mágico para salir de conflictos instalados durante largo tiempo. Por lo tanto, las vecinas de Piplantri se dedican a generar un fondo de ayuda para aquellas que se conviertan en madres, y a su vez comprometen a esas futuras mamás a que acompañen el proceso de educación de sus hijas. También la reapertura de una fábrica para procesar el cultivo de aloe vera, es un ejemplo de puesta en marcha del entramado solidario entre estas mujeres.
A nivel cinematográfico, Hermanas de los árboles logra aproximarse a la historia y a los personas que retrata, con una cámara siempre a una prudente distancia, sin interrogatorios ni voces en off; y con un notable trabajo de dirección de fotografía a cargo de la propia codirectora. Menéndez y Peñafort logran esquivar abordajes tan comunes en este tipo de documentales, como el del registro didáctico o la poética contemplación de lo "exótico". Dando en la tecla justa, la dupla opta por privilegiar una narración apoyada en un acertado tono confidente. La propuesta además, se presenta entre nosotros en el marco de la esperada vuelta a una sala de cine en Mendoza. Un momento de alquimia tan único como necesario.
Hermanas de los árboles / Argentina-India / 2019 / 86 minutos / Apta para todo público / Dirección y guion: Camila Menéndez y Lucas Peñafort.