Una pesadilla cotidiana
Dentro del panorama nacional de los realizadores abocados al cine de género se encuentra Daniel de la Vega, quien en su momento sorprendió con varios cortometrajes (La últtima cena fue todo un hallazgo) y con las películas Death knows your name y Jennifer´s Shadow, que no fueron estrenadas en el país.
En Hermanos de sangre, el cineasta se rodea de amigos (el guión pertenece a Nicanor Loreti, el mismo que filmó Diablo) y hasta del director Ezio Massa (de la reciente Villegas) quien hace un cameo. La excusa es llevar el tema de la amistad hasta límites extremos en una historia que combina comedia negra, terror, intriga y violencia.
Matias Timm (Alejandro Parrilla) vive sus sueños como inalcanzables, pero su mejor amigo, Nicolás Galvagno (Sergio Boris), es quien le facilita las cosas y ejerce el crimen sin ningún tipo de remordimientos. La vida del protagonista, que vive con su tía (Carlos Perciavalle) y tiene una novia (Jimena Anganuzzi) que lo tortura psicológicamente, se convierte en una pesadilla cotidiana cuya única salvación es...su mejor amigo.
Plagada de crímenes, tiroteos y persecución policial (con Juan Palomino a la cabeza), la película de De la Vega camina por un mix de géneros, aunque se lo nota más cómodo y eficaz en el terreno de la acción y de los toques humorísticos. Si Parrilla no convence con el tono dado al personaje o Perciavalle entrega una caricatura de sí mismo, el film exhibe otras armas: buenos rubros técnicos, ritmo desenfrenado y logrados efectos especiales que salvan esos desniveles.
De la Vega es fiel al tipo de películas que lo vieron crecer y filma lo que le gusta, probando nuevos caminos para un cine nacional que requiere a gritos diversidad de estilos y géneros. Y acierta al mostrar ese micromundo de personajes atormentados que son capaces de hacer lo imposible para salvarse. Estos "hermanos" disparan y dan en el blanco entre oleadas de sangre, una disco plagada de extraños personajes y una fuga en patrullero.