Un buen reflejo
La constante del cine estadounidense de presentar historias que tienen relación con los conflictos militares en los cuales el país interviene ya no sorprende a nadie. Desde la Primera Guerra Mundial hasta los actuales enfrentamientos en Afganistán son materia prima atractiva para los realizadores y más aún en la actualidad, si en la última entrega de los Oscar el film que se llevó el galardón más importante contenía esa temática.
Es por ello que Hermanos, de Jim Sheridan (basada en la película homónima de Susanne Bier), aborde el antes, durante y después en la vida de un soldado que fue a Medio Oriente, no sorprende a nadie, pero si atrae su visión centrada en lo personal y no tanto en el conflicto en si mismo.
La cinta se centra en el Capt. Sam Cahill, un hombre que tiene una exitosa carrera militar, una bella mujer, Grace, y dos hijas. Su hermano menor, Tommy, recién sale de la cárcel y va dando tumbos por la vida, siempre al borde de la ley. Cuando Sam es enviado a Afganistán en una misión y desaparece, Grace es consolada por Tommy, que contra toda previsión demuestra ser capaz de asumir responsabilidades. Cuando Sam regresa a casa, traumatizado por su experiencia como prisionero en las montañas de Afganistán, ya nada es lo mismo.
El film se inicia presentando al militar dentro de su rol como padre, esposo e hijo, en el cual realiza una tarea casi perfecta siendo mimado y amado por todos. En contra partida se exhibirá a su hermano como la oveja negra, al cual nada le sale bien pero por su propia voluntad. Sin embargo, cuando el soldado sea enviado a Afganistán a pelear, los lugares comenzarán a rotar y la desaparición de Sam en Medio Oriente potenciará aún más esta tendencia, que irá aumentando gradualmente junto con la tensión dramática, que sobre el final alcanzará su punto máximo
Dentro de este juego se moverá la trama, que en todo momento logra exhibir perfectamente los sentimientos que provoca la guerra, desde los más nobles hasta los más bajos y oscuros. En este punto es donde la película se destaca porque en ningún instante se detiene para provocar la típica “lágrima fácil” que se podía haber usado para una historia así. Sino que todo lo contrario, apunta a exhibir que es lo que le pasa a los seres humanos inmersos directa o indirectamente en un conflicto bélico de una manera sincera y prolija, sin golpes bajos, y con noción de lo que se esta contando. Tal vez la precisión por no salirse de sus límites provoque cierta falta de emoción real al film, que quizás se torne un poco distante y frío pero que sin lugar a dudas por momentos impacta y estremece notoriamente.
La trama logra su objetivo basándose en las buenas actuaciones de un atractivo elenco, en el cual cada uno se destaca en el rol que personifica aportándole lo necesario para que la historia sea bien narrada. La sensatez y locura de Tobey Maguire, el carisma de Jake Gyllenhaal, la belleza y calidez de Natalie Portman, los breves pero importantes aportes de Sam Shepard y las magistrales tareas de Bailee Madison y Taylor Geare como hijas del Capitán.
Desde los aspectos técnicos no hay nada que reprocharle a Sheridan y su equipo, ya que realizan una destacada labor en la construcción del film marcando acertadamente los tiempos, exhibiendo una bella fotografía y presentando una atractiva banda sonora, que terminan de completar perfectamente con esta atractiva producción.
Hermanos en su concepción es una interesante cinta que muestra el lado humano de una guerra feroz y delirante, presentando su repercusión dentro del ámbito social y no desde el aspecto gubernamental. Quizás si se hubiese logrado un poco más de profundidad dentro de cada personaje se estaría hablando de una película que marca una época, ya que el film se queda a medio camino en enfocar los sentimientos profundos de los soldados y sus familias. Sin embargo, esa mitad de recorrido alcanza como para destacarla y mostrarla como un buen reflejo de la realidad actual.