Sufro
Sam Cahill (Tobey Maguire) es marine, su hermano Tommy (Jake Gylenhall) es un delincuente, el padre de ambos es un militar retirado, alcohólico y golpeador. En el comienzo de la película se ve a la familia de Sam horas antes de que él vuelva al frente. La última cena de la familia se completa con los padres de ambos y la llegada de Tommy, que acaba de cumplir una condena en prisión. Las relaciones familiares son, por decirlo suavemente, tensas y la comida no es precisamente como un encuentro de los Campanelli.
Con el marine ya en el frente, su hermano se va acercando a Grace (Natalie Portman), la mujer de su hermano, y en ese plano se maneja todo hasta que desde Afganistán llega la noticia de que el helicóptero de Sam se cayó y el ejército lo declaró muerto. Pero en realidad el marine está en manos del enemigo, en cautiverio y sometido a distintas torturas físicas y psicológicas.
Mientras tanto en Estados Unidos los vínculos familiares se van acomodando a la realidad del integrante muerto y entre Grace y Tommy la relación se va haciendo más estrecha y las hijas del marine aprenden a querer al tío.
Después de pasar cosas horribles Sam es rescatado de las garras del enemigo y vuelve a su país, pero las huellas de las atrocidades que vivió como prisionero empiezan a incidir en la vida familiar. Y si la relación entre los miembros nunca fue una fiesta, a partir de ahí son directamente un infierno.
Hermanos es una película solemne pero no profunda, grave pero no seria, y tensa aunque no por eso interesante. Da un poco de tristeza asistir al trabajo de un grupo de actores a los que hemos visto en situaciones más agradables, entregados a una especie de festival de venas hinchadas y gestos dramáticos, metidos en una trama que no termina de convencer nunca.