Cassie tenía un brillante futuro por delante hasta que un desagradable incidente truncó su carrera. Ahora tiene la oportunidad de enmendar todo lo que no salió bien en su pasado… vengándose de los culpables.
Un grupo de hombres bailando al ritmo de “Boys”, de Charlie XCX. Están filmados como se suele mostrar a las mujeres en escenas de este estilo: sus figuras son protagonistas. No se ven personas, se ven cuerpos, objetos del goce en un momento de placer para ellos. Pero no son hombre hegemónicos, distan de serlo. Son personas comunes y ordinarias, que vistas de esa manera parecen hasta ridículas. Desde su primera escena, Promising Young Woman (Hermosa Venganza), adelanta que no será como otros films, que los estereotipos serán usados a su favor y que será el reflejo incómodo de la realidad.
Cassie (Carey Mulligan) vive su día a día de una manera mundana. Aún está en casa de sus padres, por más que ellos le han dejado claro en más de una ocasión que lo mejor sería que se mudara, trabaja en una cafetería donde atiende a los clientes de mala manera y rechaza posibles ascensos. Parece estar conforme con su vida, quizás porque su motivación es otra. De noche es una empresaria, una hippie, hasta una estudiante de secundaria. Todos estos alter-egos tienen algo en común, no pueden mantenerse de pie, están alcoholizadas al punto de perder la conciencia, o eso quiere hacerle creer a los “buenos tipos” que siempre se acercan para ayudarla. Estos hombres, convencidos en su narrativa de que son los príncipes azules de la historia, se enorgullecen de no ser como los demás de su género. Son feministas, aliados de la lucha, se preocupan por el bienestar de las mujeres. Por eso siempre insisten en llevarla a su casa, pero de una u otra manera, intentan aprovecharse de su vulnerabilidad. Es en ese momento que Cassie decide revelar que no está borracha.
Promising Young Woman toma elementos de varios géneros. En su estreno en el festival de Sundance de 2020 se la quiso calificar como una “rape and revenge”, pero es mucho más que eso. Es una comedia negra, es un drama, una historia de amor; es, por sobre todas las cosas, una historia de venganza que refleja la incómoda realidad para muchos y la terrorífica existencia para otras.
Protagonizada por una sensacional Carey Mulligan en uno de los mejores papeles que ha tenido en años y que le valió varias nominaciones, -incluida la de Mejor Actriz en los Oscars de este año-, el reparto de la película mantiene siempre un nivel genial. El interés amoroso de Cassie en Ryan, a quien le da vida Bo Burnham, uno de los comediantes más brillantes de su generación que hace unos años deslumbró a Hollywood con su ópera prima Eighth Grade. La química entre ellos dos es palpable, genuina, enternecedora. Los padres de ella están interpretados por Jennifer Coolidge y Clancy Brown y ambos son geniales; esta película incluso tiene a Alfred Molina como un abogado que, si bien solo aparece unos minutos, es parte clave del desarrollo de la protagonista.
En cuanto al cast, grandes figuras desfilan por la pantalla, pero Fennel fue muy consciente a la hora de elegir a sus “buenos tipos”. Bo Burnham, Adam Brody, Christopher Mintz-Plasse, Max Greenfield, Chris Lowell; todos ellos son conocidos por interpretar a personajes simpáticos, carismáticos, tiernos. La definición de “buenos” en las ficciones. Aquí no lo son, esta idea refuerza constantemente lo que la protagonista repite en más de una ocasión: “los buenos suelen ser los peores”. Este estereotipo no deja afuera a las mujeres, Alison Brie y Connie Britton, actrices que suelen ser casteadas en roles de personajes queribles y con los que muchas pueden identificarse, acá son mostradas como las personas dispuestas a creer en un “joven prometedor” antes que en una amiga o una alumna.
Cassie no es una heroína ni intenta serlo, está demasiado perdida en su narrativa como para seguir un plan maestro en el que se convierte en defensora de todas las mujeres. A ella la motiva un oscuro suceso de su pasado que se irá develando a lo largo de la trama. La película fue tildada de “moralista”, “evidente”, de mostrar “demasiado”. Pero huye de la moralidad con el simple hecho de presentar una protagonista que no merece admiración, una persona profundamente dañada y perdida en un círculo de venganza que no le permite salir al mundo real.
Mundo que, cabe destacar, es demasiado parecido al que vivimos nosotros, con la excepción de que está colmado de colores pastel, simetrías y música pop con Paris Hilton y Britney Spears a la cabeza. Este contraste fue algo fundamental para la directora y guionista Emerald Fennel, era la manera de hacer combinar los géneros de los que se nutrió para crear su ópera prima. Descolocan al espectador al mismo tiempo que lo sumergen en lo que parece ser un mundo de fantasía en el que se ocultan las peores miserias de la sociedad.
El título de la película es una vuelta de tuerca al término que se usa en los medios anglosajones para definir a los hombres que son acusados de abuso. “Jóvenes prometedores” que vieron sus vidas interrumpidas por una injusticia, por una mujer que los señaló como responsables de una aberración. Este término es ejemplo de la intrínseca misoginia arraigada en la sociedad, dispuesta a defender a estos “jóvenes prometedores” hasta las últimas consecuencias y dudar de la veracidad de las mujeres. Ellas no son “jóvenes prometedoras”, son chicas que bebieron de más, que no se cuidaron, que debían saber lo que provocaban en los hombres. Todo esto en palabras de la misma Cassie a lo largo de la cinta. El trágico título que se le dio en Latinoamérica no sólo despoja a la película de este significado, sino que plantea una “dulce venganza”, algo que es refutado en más de una ocasión a lo largo del film.
Promising Young Woman es bella estéticamente, algo que hace complicado asimilar que con encuadres tan cuidados, fotografía tan precisa y colores que llenan de alegría la pantalla; muestre una historia terrible que deja un nudo en el estómago. Cuando a Emerald Fennel le preguntaron quién era la audiencia a la que apuntaba, ella dijo que todos. Lo que buscaba era empezar una conversación, usar su primera película como un espejo de lo que ella veía en la sociedad, en las personas que eligen creer en unos y no en otros. Es para todas y todos los que creen fervientemente que son buenos, porque todos queremos creerlo. Pero ¿siempre estamos a la altura de ese adjetivo?