Una falsa heredera
Malas nuevas para los sub-16 habitués de las salas cinematográficas. Justo cuando los gurises terminaron de digerir el desenlace de Crepúsculo, los popes del marketing empezaron a recortar la figura de la heredera de la saga sobre el horizonte hollywoodense. Eso sí, herencia limitada únicamente a los aspectos negativos. Porque Hermosas criaturas no tiene un ápice de la autoconciencia vislumbrada en algunos momentos de las últimas dos entregas de la historia del vampirito y la humana, sino más bien todo lo contrario. Se trata de un film conservador, aburrido, plúmbeo, confuso, extenso (dos horitas), narrado con desgano, pesadumbre y gravedad, basado en la primera entrega de una (otra) serie de best-sellers juveniles sobre chico y chica que se aman pero no pueden concretar por cuestiones genéticas irreversibles. Salvo que, tal como ocurría en las adaptaciones de los libros de la mormona Stephenie Meyer, uno de los integrantes de la pareja (ella, claro: no sea cosa que alguien entrevea un atisbo de progresismo en el sacrificio masculino) esté dispuesto a dejar todo por el otro.
Nobleza obliga, hay que reconocer que el primer cuarto de hora del film de Richard LaGravenese, el mismo que supo guionar la imperecedera Los puentes de Madison, pero también Posdata, te amo y Agua para elefantes, promete. Allí se ve a un adolescente (Alden Ehrenreich, de quien se dice que Spielberg lo descubrió en el bar mitzvah de un amigo de su hija) apresado en un pueblo tan aislado que las películas llegan al cine cuando ya están en DVD, tal como grafica su voz en off en el mejor, y quizás único, chiste a lo largo de todo el metraje. En ese contexto marginal, la Iglesia es bastante más que un símbolo, ya que ejerce poder de policía, prohibiendo libros e incluso rigiendo los comportamientos de los lugareños más jóvenes. Tanto es así que la noviecita del protagonista es capaz de rezar en medio de una clase ante una alumna nueva proveniente de una familia maldita.
Una buena idea ante ese panorama hubiera sido llevar el film para el lado de la comedia ácida y políticamente incorrecta. Al fin y al cabo, en ese ambiente escolar-religioso hay materia prima suficiente para un buen capítulo –o varios– de, por ejemplo, South Park. Pero cuando el protagonista se fije en la ominosa y lacónica víctima del bullying queda claro que Hermosas criaturas no hará uso de esa opción. Incluso podría decirse que hace exactamente lo contrario, ladeándose hacia un tono sepulcral para narrar las vicisitudes sentimentaloides de esta bruja adolescente que dentro de algunos meses, cuando sople las 16 velitas, recibirá un llamado para definir si se posiciona del lado de la Oscuridad o de la Luz. Mientras tanto, no puede enamorarse de un mortal, así que ajo y agua. Lo mismo para el espectador, que a estas alturas debería saber que Kami Garcia y Margaret Stohl escribieron cuatro libros más, uno de los cuales se llama Hermosa redención.