Buscando el crepúsculo no llegaré lejos
Está claro que la adaptación de la saga literaria que arranca con Hermosas criaturas es una nueva búsqueda de Hollywood por conseguir otra franquicia rentable al nivel de Crepúsculo: hay un romance trunco por cuestiones fantásticas y de diferencia de “razas”, con brujas en vez de vampiros y hombres lobos, y una historia que promete extenderse en el tiempo y capturar a una generación con su espíritu romántico y leve. Salvo por Los juegos del hambre, no parece haber en el panorama inmediato un negocio a ese nivel. Una cosa llama la atención: cómo el mercado presiona para que algo se convierta en un fenómeno porque, convengamos, quién sabía por estas tierras y hasta la aparición de este film de la popularidad de la saga literaria de Kami García y Margaret Stohl. Pero estas obras intentan gestarse como fenómenos masivos antes que como películas, y poco importan las críticas negativas que puedan conseguir. El público está porque, de alguna forma, ese público ha sido domesticado para comerse el sapo de la autoimportancia con el que estos productos llegan a los cines. Y Hermosas criaturas está entre nosotros con ínfulas de tanque, aunque menor.
Pero así como señalamos lo negativo de este tipo de propuestas, hay que decir que se observa en Hermosas criaturas cierta autoconciencia por más que el habitual guionista Richard LaGravenese no esté dotado especialmente para el humor y lo lúdico. Hermosas criaturas se sabe heredera de Crepúsculo y, también, que Crepúsculo fue un éxito impensado e imposible hoy: sus ideas de romanticismo, sexo y género atrasaban un siglo. Es por ese motivo que como hermana menor intenta impactar igual, pero tratando de modificar el trazo allí donde la otra fallaba. Es por este motivo que el romance del joven Ethan y la caster Lena (las caster son como brujas modernas) intente ser mucho más terrenal que aquel bobalicón de los vampiros anémicos, a la vez que el nudo central apunte a desarticular los mecanismos de la sociedad conservadora en un pueblo del interior de los Estados Unidos donde la Iglesia mantiene su fuerte influencia y la Guerra de Secesión es aún recordada en su iconografía. Curiosidad al margen: en 2012 Lincoln y ParaNorman también retrataron, a su manera, ese período de la historia norteamericana.
Esta mirada un poco más “moderna” (siempre en comparación con Crepúsculo, se entiende: en comparación con Crepúsculo mi abuela de 87 años es moderna) indica que si los jóvenes protagonistas tienen sexo no importe demasiado: es verdad que no se ve, pero tampoco se sugiere que no exista o haya que esperar por algún designio de la naturaleza para tenerlo. Otro detalle interesante es que la pareja parece ser más vívida y menos afectada, y de hecho el protagonista masculino transita una cuerda de antihéroe adolescente torpe en la línea El aprendiz de brujo o Percy Jackson y los dioses del Olimpo. Y, por último -y de ahí que no entienda a parte de la crítica local que parece haber comentado el film en piloto automático- el film se permite un humor bastante zumbón sobre la vida en los pueblos y la torpeza de los discursos reaccionarios, alejándose bastante de los vampiros aquellos: en ese sentido, Emma Thompson se divierte de lo lindo con algunas líneas de diálogo como aquella en la que le desea lo peor a “los homosexuales, a los de Greenpeace” y cosas por el estilo, y hasta hay un gran chiste en el que se dice que a los únicos que los brujos le tenían miedo era a Nancy Reagan.
Si en definitiva Hermosas criaturas no es una película mejor, es porque más allá de ciertas transgresiones no se anima a abandonar del todo ideas anticuadas sobre el amor y la necesidad de un otro para completarse (aunque seguramente eso estaría en el material original), porque no se entiende muy bien la relación entre la historia del país y lo que se cuenta en el presente, porque técnicamente es una película bastante pobre, con secuencias de acción muy mal elaboradas, porque LaGravenese demuestra que es un guionista/director que confía mucho en el poder de la palabra pero poco en el de la imagen, y porque los elementos fantásticos están manejados, a veces, con un nivel de arbitrariedad que impiden, aún dentro de la lógica de este tipo de relatos, creer el verosímil que se nos plantea. A juzgar por los resultados en taquilla es muy probable que Hermosas criaturas siga el camino de La brújula dorada; tampoco es que nos vayamos a preocupar demasiado pero con un director más apto y conocedor del género fantástico de seguro esta saga podría ser mucho más atractiva.