Estirando (un poco) los límites
Proveniente de la televisión, Kevin James es un comediante con un universo personal sin demasiado brillo, aunque bastante efectivo: lo suyo es el humor de astracanada y el aprovechamiento de un físico rotundo, un slapstick ajustado que nunca termina por desbordarse a lo que le suma una capacidad verbal digna de Vince Vaughn: puede decir muchas palabras por segundo y convertir eso en un chiste. Ya dentro de la escudería de Adam Sandler ha sabido ganarse un lugar, e incluso sostenerse como líder de sus propias películas, algo que como hemos comentado ya en este espacio es bastante difícil para los cómicos del cine norteamericano. Un poco absurdamente, una comedia floja como Héroe de centro comercial fue un gran suceso en la taquilla norteamericana (aquí se editó directamente en dvd), aunque esa película sirve para descubrir los propios límites de las películas del actor. Lo bueno de esta segunda parte, dirigida por el irregular Andy Fickman, es que estira un poco aquellos límites y mejora mucho la comedia.
La primera era una mezcla indefinida entre comedia y película de acción, con un héroe que podía ser Schwarzenegger o Frank Drebin, según se le ocurriera al guión. Y que tenía la mala fortuna de ser contemporánea de Observe and report, aquella violenta, ambigua y reptil comedia negra con Seth Rogen, también centrada en un guardia de centro comercial que se convertía en héroe. O antihéroe. Todo el viaje por el oscuro viaje de la fascinación del norteamericano hacia la violencia que proponía Rogen desaparecía en esta, y lo que quedaba era un subproducto Sandler, una comedia familiar que inconscientemente refregaba su fascismo, pero que fundamentalmente se cocinaba a fuego lento con una serie de chistes poco virtuosos y demasiado dependientes de la capacidad del comediante.
Si tiene algo de bueno esta segunda parte es que está menos preocupada por aquello que cuenta, algo que resulta fundamental en una comedia que busca funcionar a fuerza de chistes (aunque le cuesta unos 45 minutos arrancar, es cierto). Y ese desinterés en un programa narrativo, es acompañado por gags visuales mucho más plásticos, delirantes e incluso imprevisibles: una secuencia como la del ave que se pelea con el protagonista, mientras un piano musicaliza de fondo, es digna de la escuela más lunática de la comedia física universal y es una invención feliz en sí misma. Que la película se permita momentos como ese (cierto personaje de la primera parte muere atropellado por un camión ni bien arranca la película), es uno de los pequeños placeres que permite este film menor, básico en sus aspiraciones, pero no por eso menos efectivo.
En la buena senda de la comedia Sandler, Héroe de centro comercial 2 incluye más personajes secundarios queribles (Gary Valentine, Ana Gasteyer y Shelly Desai la rompen), y acumula hacia su final más de esos momentos absurdos y donde cualquier situación es un chiste potencial. Si no es mejor, es porque definitivamente el universo de Kevin James carece de vuelo y lo suyo es la comedia familiar hecha y derecha, sin la capacidad de interpelar su propio rol de un Adam Sandler o de deformar crudamente la realidad como un Will Ferrell, incluso fusionando las capas de comedia convencional con dosis de incomodidad como un Ben Stiller. Héroe de centro comercial 2 es una comedia efectiva que apenas sirve para pasar un buen rato. Y tal vez no busque más que eso.