De tanto en tanto buena parte de la crítica se equivoca. Históricamente ha sido así. Quizás no sepan que películas como Vertigo, Scarface, The Shining, Psycho o Halloween fueron duramente fustigadas por los especialistas al momento del estreno. De ninguna forma Escape from Planet Earth puede estar a la altura de algunos de los clásicos citados más arriba, pero el ínfimo 26% de reseñas positivas que ha cosechado en Estados Unidos desde su estreno, no le hace ningún tipo de justicia. Se la ha calificado de "infantil", y en nuestro país también se lo ha hecho. Uno creería que los aportes al guión del genio de Stephen Fry, o del escritor de Borat o de uno de los autores de The Daily Show bien podrían merecer otro adjetivo que ese, pero parece que no es el caso.
Lo que esta producción ha tenido es una pobre campaña de marketing en su tierra natal. Sorprende cuando es The Weinstein Company, la productora por excelencia en convertir películas de calidad media en rotundos éxitos de taquilla y premiaciones, la que está detrás de ella. Lo cierto es que la compañía no logró quitarle de encima el peso muerto –incluida una demanda- que esta producción cargaba desde que comenzó a planificarse en el 2007, ni pudo posicionarla bien dentro del mercado animado, con una difusión que empezó apenas meses antes de su lanzamiento.
Lo que Escape from Planet Earth posee es, en definitiva, una idea general que puede ser considerada básica. De ahí que los críticos no encuentren otro mote para calificar a este film de animación como el que se menciona en el primer párrafo, lo cual conlleva a que se ignore todo lo que ocurre en el medio. Puede ser que la historia propuesta por los escritores Tony Leech y Cory Edwards (la dupla de Hoodwinked!) sea sencilla y el guión de Bob Barlen y del director Cal Brunker lo haga evidente, pero es innegable que entre las múltiples reescrituras que se hicieron posteriormente, se encontró la vuelta para proponer algo diferente.
No se trata de una película original, desde luego. A un relato heredero de docenas de películas de ciencia ficción, hay que sumar un parecido notable con la más reciente Monsters vs Aliens en lo que propone y a Osmosis Jones en lo que se refiere al diseño de sus personajes centrales. Hay, no obstante, un trabajo excelente en lo que es animación, un uso total del espectro de colores y un dinamismo que no siempre se encuentra en una producción semejante. Se permite -¿cómo no hacerlo?-, dar un mensaje y hacer sus críticas a la sociedad, pero a la vez se destapa con numerosas referencias cinéfilas que serán del agrado de quien las descubra. Hay, por supuesto, un recurso a la actualidad, con ese tipo de chistes oportunistas que cada vez impactan menos con el paso del tiempo, como puede ser la mención a Facebook o a Simon Cowell, algo que de haberse presentado años atrás, como estaba previsto, podría tener algún tipo de gracia como guiño para adultos, aunque lo compensa con alusiones a los clásicos, tanto en películas como directores ("¡Peter! ¡Jackson!" "¡Quentin! ¡Martin!" "¡James! ¡Cameron!", llaman a los agentes).
Ya la introducción es acelerada y no se demora en dar paso a verborragia humorística que la caracteriza, con las huellas de David Javerbaum, Dan Mazer y Stephen Fry en cada línea en la que se pueda aportar un chiste. Sin ser una joya, es una digna incursión de The Weinstein Company en este sector del mercado. Es un ejercicio más interesante el verla en idioma original, no sólo por la cantidad de talento involucrada en ofrecer sus voces –Ricky Gervais, Jane Lynch, Brendan Fraser, William Shatner y Craig Robinson son algunos de los que hacen su distintivo aporte-, sino porque la ráfaga permanente de veloces one-liners así lo exige.