Desde la mítica “2001: Odisea del espacio” (1968) hasta metrajes de la actualidad como, la dentro de todo reciente, “Interestelar” (2014), las películas espaciales han significado un sector aparte en el mundo de la ciencia ficción, incluyendo una gran variedad de temáticas tales como la propia supervivencia, la exploración de lo desconocido o la salvación de la humanidad, entre otros asuntos. “High Life” no es la excepción. Sin embargo, este film incursiona en el género desde un ángulo diferente a lo familiar, rozando lo sombrío y ahondando en la psicología humana haciendo dudar al mismísimo espectador de si esto se trata de un sinsentido o de una obra de arte.
En la profundidad del espacio, Monte (Robert Pattinson) y la pequeña bebé Willow viven aislados a bordo de una nave. No obstante, no siempre estuvieron solos: Monte formaba parte de un grupo de condenados a muerte que aceptaron formar parte de una misión científica que pretende investigar los agujeros negros.
La primera ficción en inglés de la directora francesa Claire Denis significa también su debut en sci-fi, el cual realizó dándole un gran papel a la musicalización de Stuart Staples, con quien trabajó en la mayoría de su filmografía, pero poco uso, disminuyendo rotundamente el costo del film a la herramienta fundamental del género: los efectos especiales. El espacio, cargado de detalles, como si de un paisaje fantástico se tratara en la mayoría de las obras del género, se muestra en este caso como un insondable vacío oscuro que, al contrario de lo pensado, beneficia al mensaje otorgado por la trama. Ésta, vista como una retorcida crítica a la humanidad, se ve obstaculizada por una constante disrupción de las líneas temporales, planteadas en torno al pasado, presente y futuro del protagonista, Robert Pattinson, que, aunque se encuentra en un papel totalmente alejado del que lo hizo famoso en “Crepúsculo” (2009), mantiene la misma personalidad, carente de emoción, que dificulta el poder engancharse con la historia. Fuera de ello, “High Life” es peculiarmente explícita, tanto en la ambientación, teniendo que expresar el argumento verbalmente en algunos casos, como en contenido, otorgándonos escenas impactantes con simbologías que van de lo sexual a lo perturbador, especialmente en las que protagoniza Juliette Binoche.
Claire Denis nos presenta una idea de desesperación y soledad en forma de un largometraje que no es fácil de ver, una producción independiente que significa un desafío audiovisual para el público que se verá dividido entre los que vean una película profunda, emocionante y, en momentos, conmovedora, y aquellos para los que represente un trago fuerte, rebuscado e incoherente.