Marginales en el Espacio. Crítica de “High Life” de Claire Denis.InicioEstrenosMarginales en el Espacio. Crítica de “High Life” de Claire Denis.
3 septiembre, 2019 Bruno Calabrese
Monte y su hija bebé son los últimos sobrevivientes de una peligrosa misión en el espacio exterior. El resto de la tripulación, liderada por una siniestra doctora, ha desaparecido. Mientras se devela el misterio de qué sucedió a bordo de la nave, Monte experimenta por primera vez el nacimiento de un amor todopoderoso. Por Bruno Calabrese.
Claire Denis (“Trouble Every Day” y “Chocolat”) nos sorprende con su incursión al cine de ciencia ficción. Cualquier filme de la cineasta francesa despierta una expectativa importante, sobre todo cuando se mete de lleno en un proyecto de esta índole. Si a eso le sumamos la presencia de Robert Pattinson, con mucha prensa en los últimos meses desde que se anunció que será el nuevo Batman, las esperanzas aumentan. Pero nunca imaginamos lo que íbamos a ver, ni al más fanático de la obra de la francesa se le ocurriría pensar en algo parecido a High Life. Una película extrañamente retorcida, con un ritmo tedioso pero hipnótico a la vez.
“High Life” comienza con el llanto de un bebé a bordo de una especie de vaina espacial lanzada hacia la abstracción de agujeros negros. El padre del niño, o al menos el tutor, ya que las relaciones entre los diferentes personajes no son aclaradas durante una parte de la película, es Monte (Pattinson), un joven que parece estar atrapado solo, haciendo todo lo posible para mantener al bebé y a el vivos. Pronto descubrimos que Monte está acompañado por una tripulación inanimada cuyos cuerpos se apilan sin vida en un almacén, hasta que los descarta al espacio. Después de esa secuencia de apertura extendida, la historia se cuenta principalmente a través de flashbacks, revelando cómo Monte llegó a ser el último prisionero de pie en un centro de detención futurista donde los reclusos son libres de deambular pero deben cumplir con una regla: los hombres deben donar sus espermatozoides y a la mujer sus óvulos y sus cuerpos, permitiendo que su nefasta supervisora y compañera de prisión, la Dra. Dibs (Juliette Binoche), realice pruebas de procreación, cuyos resultados se transmiten a casa. Denis nos muestra cómo funcionan las cosas con detalles: los hombres, interpretados por Andre Benjamin (Si, es Andre 3000, el cantante de OutKast creador del hit “Hey Ya!”), Lars Eidinger y Ewan Mitchell, se masturban en tazas a cambio de pastillas para dormir, mientras que las mujeres ( Mia Goth, Agata Buzek, Claire Tran y Gloria Obianyo) se impregnan y luego se les deja dar a luz a bebés que se les quitan rápidamente.
El único prisionero que elige no participar en el proceso es Monte, que se ha volcado al celibato y vive prácticamente solo entre los demás. Pero su actitud finalmente resulta en lo que muchos considerarán la escena más problemática de la película, que involucra la violación y una forma altamente invasiva de inseminación artificial. La otra escena que probablemente causará revuelo es cuando el personaje de Binoche ingresa al “fuckbox” de la nave espacial, que es básicamente una cámara de masturbación repleta de poleas de esclavitud y un consolador plateado que puede operar con un asiento de cuero. Denis nos da una secuencia de erotismo dentro de la caja, con primeros planos de Binoche temblorosos llenos de una sensualidad violenta. A pesar de la presencia del espacio exterior, la directora decide centrar toda la acción dentro de ese departamento pequeño y claustrofóbico llamado nave espacial. Pero en una sola escena, donde vemos un disparo de estrellas girando alrededor de un agujero negro como un esperma nadando alrededor de un óvulo, Denis construye una memorable toma que sirve como metáfora perfecta de lo que estamos viendo.
Algunos estallidos ocasionales de violencia animan la acción densa que caracteriza el film. Por momentos, la directora se preocupa en mostrarnos la belleza de Pattinson, con primeros planos inundados de luz roja, lo que hace que por momentos se sienta un producto inerte. Pero a pesar de esos abusos, la película es sensual y perturbadora; ligeramente tediosa, audaz y un poco forzada. En sintonía con “Solaris” y “Stalker” de Andrei Tarkovsky , es una atípica película de ciencia ficción, que utiliza la historia de una nave espacial poblada por conejillos de indias humanos simplemente como pretexto para explorar temas como el deseo y sus consecuencias fatales, la marginalidad y la relación cálida que los padres pueden tener con sus hijos. “High Life” es una apuesta arriesgada y complicada de la talentosa directora francesa, que no está a la altura de su prestigiosa filmografía, pero que igual vale la pena incursionara.
Puntaje: 70/100.