Es la primera vez en ingles de la talentosa directora francesa Claire Denis, una película que formalmente se inscribe en la ciencia ficción, pero que es mucho más rica, perturbadora, e inquietante que lo habitual en el género. Es una mirada a la raza humana cuando el futuro apocalíptico probablemente ya pasó y la sociedad decide que una buena posibilidad de investigación en el exterior es mandar a los presos para experimentar con ellos, sin posibilidad de retorno, transmitiendo progresos que en la tierra se recibirán muchísimos años después. En naves extrañas y distintas, fuera del sistema solar. Una doctora experimentará con ellos, les pide su esperma que ellos cambian por pastillas para dormir y ellas serán inseminadas hasta que se obtenga la criatura perfecta. Nada es tan simple, habrá estallidos de violencia, crueldades acumuladas, una violación que sufre un hombre de parte de una mujer, una sala roja de masturbación. Escenas y experimentaciones que quedaran en la mente del espectador. Con una Juliette Binoche increíblemente sensual en jugadísimas escenas, pero fría y calculadora, fanática en su búsqueda de lo bello sin fallas. Impiadosa siempre. Robert Pattinson demuestra sus progresos y acierta con este hombre despojado, al que no le tiembla el pulso, intercambiando con ternura con su hija. La fotografía de Yorick Le Saux (Habitual colaborador de Olivier Assayas) le otorga al film momentos inolvidables. No es una película fácil. Pero resulta fascinante y experimentadora de extremos interesantes. De reflexiones sobre la raza humana pesimistas e inquietantes.