Amarás al cine como a ti mismo.
"¿Qué es la verdad?", expresa un desorientado Poncio Pilato al abandonar su confrontación dialéctica con Jesús y entender que a este no parecía interesarle lo que podía llegar a ocurrir con su vida, futuro poco auspicioso por cierto. ¿Qué tan difícil puede ser calificar una película que proviene de un guión escrito hace más de dos mil años? Detrás de lo sagrado, del mito y la épica que nadie pretende -al menos desde este lugar- poner bajo la lupa, hay una forma de narrar, una manera de presentar los personajes y una elección que afecta al desarrollo de una historia. ¿Será la mejor? No lo sabremos nunca.
Es en este sentido entonces que tenemos que apreciar la obra de Christopher Spenser, Hijo de Dios (Son of God, 2014), adaptación cinematográfica de la miniserie La Biblia, que pudo verse hace poco tiempo por la pantalla de History Channel. Una vez más se nos presenta la vida de Jesús, haciendo especial hincapié en los acontecimientos ocurridos durante esa semana tan cara a los sentimientos cristianos. Es decir, desde el Domingo de Ramos hasta la Pascua de Resurrección.
Tres categorías conceptuales nos servirán como ejes de análisis para comprender concretamente en qué aspectos Christopher Spenser pretendió diferenciarse de las obras predecesoras y cómo buscó acercarse y movilizar a un espectador que -seguramente él lo cree así- no verá con buenos ojos encontrarse con alguna extraña sorpresa.