White Jesus is back.
Es increíble que en pleno siglo 21 todavía se hagan películas sobre la vida de Jesús con el enfoque que presenta Hijo de Dios.
Un estreno que en realidad es una versión editada de la miniserie La Biblia, emitida por el History Channel, que en materia de contenido y realización, no estuvo al mismo nivel de otras propuestas superiores que se conocieron por ese canal como Hatfields y McCoys o Vikingos.
Este es un proyecto de Mark Burnett, ex combatiente inglés de la guerra de Malvinas, quien se hizo famoso en Hollywood al crear otras obras de gran contenido espiritual como los reality shows Survivor, El aprendiz (Donald Trump) y Combat Missions.
Hijo de Dios una vez más vuelve a presentar al Jesús de las estampitas y el merchandising del Vaticano, cuyo aspecto europeo, onda Thor o Marco Antonio Solís, tiene poco que ver con los rasgos que podría haber tenido un hombre nacido en la región de Oriente Medio.
El tema es que para el pueblo del Tío Sam que Jesús se vea con el aspecto de un miembro de Al Qaeda no es una idea aceptable.
Por consiguiente, esta película sigue la línea tradicional del clásico Jesús blanco hollywoodense, cuyo rol principal para empeorar esta situación quedó a cargo de Diogo Morgado, un actor portugués de telenovelas, quien no estuvo a la altura de semejante papel.
Un sujeto que más allá de tener una impecable cabellera brillante y sonrisa de publicidad de perfumes, no hace otra cosa que presentar una interpretación bastante superficial y estereotipada de este personaje histórico.
Es como el recordado Che Guevara de Gerardo Romano. El trabajo de Morgado es una gran pose que nunca logra transmitir con convicción el rol que interpreta. Las palabras de Jesús en boca de este actor no tienen ningún tipo de impacto emocional y es un detalle que no se puede dejar pasar en una producción de este estilo.
Morgado se defiende mejor hacia el final, en la parte de la crucificción, donde no tiene que hablar tanto y su labor se centra más en la acción física.
Lo cierto es que Hijo de Dios es una película que también se podría haber titulado Jesús: Grandes éxitos, ya que sólo se limita a ofrecer un compilado de sucesos famosos de la Biblia sin ningún tipo de profundidad, donde el personaje principal quedó reducido a la banalidad absoluta al igual que sus enseñanzas.
Esto va más allá del hecho que se editó la miniserie de 10 horas en un film para el cine. El tratamiento de la historia en general es bastante superficial y presenta una adaptación de manual de catecismo muy endulcorada y ascéptica.
Por otra parte, la narración del director Christopher Spencer está trabajada como si se tratara de una película de Marvel, donde Jesús es retratado prácticamente como otro miembro de los Vengadores. Es decir, el mago que hace milagros tiene prioridad sobre el líder espiritual.
En el acto final se vuelve un poco más interesante cuando explora el aspecto político del arresto y asesinato del protagonista, pero esto tampoco consigue levantar la película.
Lejos de ser una propuesta con contenido interesante, Hijo de Dios es un gran negocio que el productor Burnett logró hacer con los sectores religiosos más conservadores de la sociedad norteamericana y le salió redondo. De hecho, hace poco estrenó en Estados Unidos, The Bible: Son of God Tour, que es un espectáculo musical basado en este film, donde artistas de música cristiana interpretan canciones inspiradas por esta producción.
Burnett la está juntando con pala en estos días y no está mal.
Ahora bien, si querés ver una buena película sobre la historia de Jesús tenés que acudir a los clásicos de Scorsese (La última tentación de Cristo) o Pier Pasolini (El Evangelio según San Mateo) porque esto, en mi opinión, es una aburrida perdida de tiempo.