Justo a tiempo para Pascuas llega a las salas locales Son of God, la oportuna condensación de The Bible, la miniserie del History Channel. Contando los grandes episodios de la Biblia en diez capítulos, esta adaptación para la pantalla grande toma el foco obviamente en la figura de Jesús y vuelve a repetir una vez más una historia que ya tiene dos mil años y casi el mismo número de versiones.
A primera vista una transposición mucho menos polémica que la brutal The Passion of the Christ de Mel Gibson, el film de Christopher Spencer producido por Mark Burnett -dueño de franquicias como Survivor y The Apprentice- sabe a donde apuntar y su público es principalmente esa masa católica que cada país posee. En Estados Unidos se estrenó a fines de febrero y tuvo un excelente primer fin de semana, donde recuperó el presupuesto invertido. Y es que Son of God juega a lo seguro, no provoca ni tampoco suscita pasiones, sino que repite esquemas gastados una y otra vez.
Todos los grandes milagros que Cristo hizo se encuentran presentes, pero con una falta de calidez abismal. La arista Occidental de la caracterización del ícono religioso recae en Diogo Morgado, un actor de buen ver, con un pelo salido de una propaganda de Pantene y una sonrisa que mata, pero cuyo carisma no alcanza para personificar con creces a un personaje tan popular como complicado. No todo estaría perdido si el guión encarase nuevos puntos de vista, pero la revisión paso a paso de todos los momentos de enseñanza terminan siendo aplastantes en una película que dura casi dos horas y media, y de la cual el espectador promedio ya sabe absolutamente todo lo que va a suceder. Quizás sirva para la escuela dominical o para ser difundida en televisores en el parque temático Tierra Santa, pero en una pantalla de cine pierde toda proporción alguna -tengamos en cuenta que la historia fue y es pensada para la televisión, donde ya se emitió el año pasado-.
Ni la convicción religiosa más férrea puede salvar a Son of God de ser extremadamente conservadora e inútil. Propongo entonces -y si les interesa el tema- gastar menos de ocho horas en ver la serie completa y no esta versión acortada, o pasar totalmente de ella a menos que estén interesados en presenciar una película demasiado edulcorada de la vida de Jesús. Total, con el aluvión de chocolates este fin de semana ya tendrán suficiente azúcar en sangre.