El espectáculo del morbo
En esta película de terror abundan las malas actuaciones y las torturas sin justificativo.
Una joven actriz se involucra con un turbio director de teatro y su vida cambia radicalmente: a partir de su contratación en la obra que él dirige, termina sumergida, literalmente, en otro mundo. Por momentos aparece encerrada en una casona junto a otras chicas, sometidas a una red de trata de personas, y de repente vuelve a su realidad cotidiana, la obra, su novio, su departamento.
Hasta aquí, un argumento intrigante, onírico, con el interrogante de cuál es la verdadera realidad. Pero esta historia es sólo una excusa para mostrar torturas y cuerpos desnudos. Aquí el gore más morboso, con torturas y sadismo explícitos, se entremezcla con la sexploitation: todo parece pensado para poder mostrar a las chicas –Jimena Barón, Florencia Torrente, Candela Vetrano, Vanesa Gonzaléz y la protagonista, Yamila Saud- desnudas o en ropa interior.
Hay que reconocer que, ante una puesta en escena tan horrorosa, semejante paisaje anatómico es un alivio. Pero no alcanza a compensar la gratuidad del sinnúmero de imágenes desagradables. Ni, mucho menos, lo poco creíble que resulta todo, empezando por las actuaciones.