Mujeres al borde de una ataque de histeria
En 1890 se diagnosticaba "Epidemia de histeria" a aquellas mujeres que no podían sobrellevar los quehaceres hogareños o que padecían de algún molestar que las atormentaban diariamente.
Un joven doctor, después de luchar contra mala práctica de su profesión en distintos nosocomios, llega al consultorio (ahora podría ser algo así como un psicólogo) de un especialista en el tema de la histeria. El método que aplica este habilidoso señor cuenta en brindarles aceitosos masajes a sus bellas pacientes en la zona más íntima y pudorosa, osea en su aparato reproductor.
Con el pasar de los días, este joven médico irá tomándole la mano al trabajo a medida que lucha por el amor de dos hermanas, hijas de su empleador.
Entre malos entendidos y discusiones con su jefe, el muchacho regresa a la casa de su viejo amigo, inventor de extraños dispositivos, y descubre que había creado un aparato que, además de girar, también producía una vibración.
Con mano firme y seguro de su revolucionario quita-histeria, el joven regresa a su puesto de trabajo para demostrarle y reivindicarse con su empleador, retomar su trabajo y el corazón de su hija mayor.
Si a finales del Siglo XIX este mecanismo tenía un nombre complicado, en la actualidad es conocido como vibrador y la histeria (en este contexto) se la conoce bajo otro nombre más popular, ya que en 1959 se dejó de diagnosticar de tal modo.
Hugh Dancy (Conociendo a Jane Austen) es quién lleva simpáticamente la delantera y el guardapolvos en Histeria: La Historia del Deseo de la directora Tanya Wexler. Maggie Gyllenhaal (Loco Corazón) como la hija más grande, deslumbra con su actitud y temperamento devorando quién esté en el mismo cuadro con ella. Vale destacar una pequeña pero admirable participación del actor Rupert Everett (La Boda de mi Mejor Amigo).
Para todos aquellos que desconocíamos los orígenes de los vibradores que tan fácilmente se consiguen en un sex-shop en estos tiempos, sepan que hasta la Reina puso el grito en el cielo.