La excusa es la invención, en plena Inglaterra victoriana, del consolador. La historia en realidad es la de un médico idealista (Hugh Dancy) y una mujer idealista (Maggie Gyllenhaal) que busca romper -desde lo político hasta lo personal- con el corset de sometimiento de su época. Apelando a una reconstrucción de época precisa hasta el tedio, el film construye una comedia donde lo “gracioso” es que las mujeres logren orgasmos inducidos. Su problema no es el sexo -faltaría más- sino ser igual a mil otros films. Sin consuelo.