La banalización de los derechos de la mujer
Difícil es entender qué quiso hacer Tanya Wexler. Lo que sí es posible entender es el resultado: un film que oscila entre lo cómico y lo serio, dejando por resultado la banalización de la lucha por los derechos de la mujer. Tenemos dos circunstancias o temas relevantes en esta película: por un lado el descubrimiento de los vibradores (consoladores) y por el otro el comienzo de pensamientos revolucionarios en torno al género femenino. El mayor problema de Histeria fue intentar juntar esos dos temas.
La película está ambientada en la Inglaterra de finales del Siglo XIX, en plena expansión de la ciencia. La historia se centra en Mortimer Granville, un médico con gran vocación e interesado en los cambios medicinales del momento, y Charlotte Dalrymple, dedicada a la lucha en favor de los más desfavorecidos y a la implementación de una nueva visión de la mujer. Mortimer quiere vivir de su profesión y es por eso que acepta trabajar con el doctor Robert Dalrymple, que se dedica a la cura de la histeria. Este último es padre de Charlotte Dalrymple y Emily Dalrymple, dos mujeres completamente distintas.
A pesar de estar centrado en la mujer y de tener algunos comentarios acertados acerca del género, el film termina minimizando un tema que es mucho más complejo. La histeria es planteada como falta de satisfacción sexual y no como un conflicto político que se centró en desacreditar a la mujer. Vuelvo a decir, hay partes del guión que sí parecen buscar la defensa de los derechos de la mujer, pero pronto todo lo dicho cae mediante la banalización. El film se desarrolla en una constante oscilación entre una película de compromiso y un entretenimiento ligero. Las poses de Rupert Everett, cual galán de novela barata, muestran su escasa profundidad.
Pero más allá de su contenido, resulta desprolija la forma que se lleva a cabo Histeria. La ambientación de la época está bien, pero los diálogos están descuidados: si no fuera por la vestimenta, por momentos parecen estar situados en el Siglo XXI. Otra cosa que falla son las actuaciones, que rozan lo grotesco. Por ejemplo, Felicity Jones está peor que en otras películas, su actuación llega a impacientar y provocar tedio.
Es difícil entender qué es lo que se buscó trasmitir. En el cierre, aparece una historia de amor que es simpática y busca el guiño del espectador, pero que evidencia que no hay un objetivo claro. Sirve sí como para finalizar, pero no tiene nada que ver con las aristas que se abren durante el desarrollo.
Sin duda, Histeria intenta disimular su temática superficial y risueña, que es la invención de los consoladores, bajo la impronta de la lucha por los derechos de la mujer. Esta decisión de la directora resulta una mala jugada, dejando como saldo un film poco sólido.