La sexualidad, tema tabú en el acontecer de los tiempos y al parecer problemático. Esta película nos trae la historia de la invención de un aparato mágico.
Se encuentra ambientada en el siglo XIX, donde muestra a varias mujeres que se encuentran afectadas por el mismo mal “la histeria”, sufriendo falta de apetito, insomnios, dolores musculares, retención de líquidos, entre otros. El diagnostico era: mujeres histéricas.
Al ser calificado de esta forma, se recomienda a todas las mujeres que sufran estos síntomas un masaje pélvico (en realidad sería la masturbación), pero la solución aparece en la década de 1880, cuando el médico inglés Joseph Mortimer Granville (Hugh Dancy) inventó el primer vibrador eléctrico, de esta forma pasó a la historia como el inventor de este aparato revolucionario, que trajo la paz a muchos hogares.
Su narración transcurre en la época victoriana, cuando los dispositivos eléctricos comienzan a mostrarse. El joven médico Joseph Mortimer Granville pierde su empleo en un hospital y se encuentra con el doctor Robert Dalrymple (Jonathan Price), muy importante conocedor en medicina femenina de todo Londres.
Este se siente desbordado por atender tantas pacientes con histeria por lo tanto le pide ayuda a su colega Granville, pero surgen los problemas cuando esta de por medio Charlotte Dalrymple (Maggie Gyllenhaal), la hija mayor de Dalrymple, como así también la hija menor Emily Dalrymple (Felicity Jones); pero pronto surge la ayuda de su amigo inventor Edmund St. John-Smythe (Rupert Everett), con una gran idea convertir un nuevo plumero eléctrico en un masajeador para las zonas íntimas de la mujer.
Se trata de una comedia romántica liviana, no hay morbosidad, y posee una buena reconstrucción de época con subtramas románticas que no terminan de convencer demasiado. Tiene humor, crítica social, interesantes personajes y buen ritmo.